La Heroína del Centro.- Emevé
Fecha Friday, 26 March 2010
Tema 030. Adolescentes y jóvenes


Cada quien es el protagonista de su propia vida, y eso nos da una responsabilidad muy especial para con nosotros mismos. Por lo menos los adultos, sabemos que la vida que llevamos es consecuencia de decisiones pasadas, y hay que asumirlas, aprender la lección y decidir diferente a partir de ahora para vivir como queremos vivir. Esto es claro para un adulto.

Otro tema es que no todos maduramos, y otro tema es que madurar requiere aceptar todas las experiencias y abrazarlas y, como eso también es una decisión personal, no hay modo de ayudar a nadie más que dando ánimos y buenos deseos.

Caso aparte es el de los niños y jóvenes que están formando su personalidad y el guión que van escribiendo de sus vidas viene dictado por quienes influyen sobre ellos, lo usual es que los padres seamos responsables de muchas experiencias vitales no sólo nuestras, sino de nuestros hijos (tenemos doble motivación para emprender el camino hacia el crecimiento interior). Lo inusual, pero real, es el caso de jóvenes estudiantes que vienen siendo formados por instituciones con tendencias sectarias; los casos son pocos, pero son, y es muy dramático cuando el guión de sus vidas se lo dictan otros y se lo graban para siempre. Pobres de quienes lo vivimos, pero enhorabuena a quienes lo superamos y crecemos.

Este es el caso de Odaliz (nombre ficticio) quien entra al Opus Dei a los 14 años y medio, y, como es usual, los papás se enteran a eso de los 17, cuando les avisa que se va a “vivir a Casa”. La mamá de Odaliz pega el grito en el cielo y le hace imposible la vida a la hija, la encierra, le prohíbe verlas, la obliga a frecuentar amistades “mundanas”. ¿Qué pasa con Odaliz? Bueno, el guión de su historia se lo dictan otros (a esa edad es casi lo usual, y si los otros son tan contundentes como son los que son, pues casi es su destino fatal), así que Odaliz se convierte en la heroína de SU cuento: se escapa de su casa, se encierra en el Centro y no sale de allí hasta que la mamá retrocede, entiende que la “vocación” de su hija es irreversible, y por no perder la hija abraza la vocación, la deja vivir en el centro, y todos felices porque heredan cuantiosa fortuna. Cabría preguntarse si cuarenta años después, Odaliz es feliz con esa decisión, y si, aparte de repetir su historia (esos cinco minutos de gloria que la acompañaran por siempre) en cuanta tertulia de vocación reciente haya, tiene algún punto vital en el que ha sido no sólo feliz, sino responsable de su vida y de su destino, una adulta responsable como todos deberíamos ser.

Los que la vemos de fuera sólo vemos una mujer mayor, vestida como numeraria (con no mucho gusto: pañuelos al cuello, faldas largas, en fin, lo que se espera de una mayor), con mirada muerta, mal genio, y alguna pastilla recetada. ¿Y la santa en ciernes? Pues para otra vida será, esta ya la desperdició. Al menos, eso es lo que parece a quienes la vemos de lejos.

Me gustaría que si alguno de los lectores tiene historias como esta la comparta.

Y pregunto: ¿qué debió hacer la madre de Odaliz?

Saludos a todos.

Emevé









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