En las últimas semanas he examinado mis reacciones cuando me expongo al tema del opus dei, y encuentro que yo de alguna manera pasé por un proceso que me hizo violencia.

Creo que el día de hoy he descubierto el por qué de mi sentir, y luego después le he agregado una cierta actitud que me ha traído la paz. Es con el deseo de compartir mi liberación con el que escribo estas líneas.

En mi caso muy particular, podría decirse que soy muy orgulloso y que no acepto las críticas hacia mi conducta. Por lo regular tiendo a cuestionar a la autoridad, aunque no necesariamente estoy condicionado a reaccionar de cierta manera, pues la experiencia me ha dado tablas para dialogar con mis sentimientos.

El día de hoy, me di cuenta que para mí la experiencia dentro del opus dei fue como un gran regaño, ya que yo no encajaba con lo que debía de haber sido como numerario, y por otra parte, el opus dei se presentaba a sí mismo como "perfecto".

Las formas con las que el opus dei se presentaba eran vestiduras de perfección. Si había que hacer la genuflexión, tenía que ser perfecta, en medio del oratorio. Si había que vestirse de alguna manera, había que seguir los cánones de la "moda oficial", etcétera.

Ese gran regaño se juntó con mi natural de no aceptar las críticas, y por mucho, pero por mucho ganó dentro de mi ser el trauma de no haber tenido éxito en aquel camino emprendido.

El día de hoy, reconocí mi natural a no aceptar las críticas, y luego le agregué otro pensamiento, el aceptar de mí mismo la equivocación, el error. En el instante en que reconocí mis propias limitaciones, inmediatamente sentí la paz, ya que no debo de cargar sobre mi conciencia ningún regaño de nadie, ya que me acepto capaz de aciertos y equivocaciones.

Espero que lo que haya escrito, por patético que parezca, pueda influenciar para bien a aquellos que se sienten descalificados, o definidos por una sensación de fracaso, para que aceptando la posibilidad de la equivocación, caminen más ligeros en sus vidas.