La voluntad de Dios. «MI ÍNDICE».- Job Fernández
Fecha Monday, 22 March 2010
Tema 070. Costumbres y Praxis


LA VOLUNTAD DE DIOS. «MI ÍNDICE»
Job Fernández, 22 de marzo de 2010

 

¿EN DÓNDE RESIDE LA VOLUNTAD DE DIOS?

En vivo y en directo —en una de sus “tertulias” multitudinarias (hacia 1972)— le oí emitir al fundador del Opus Dei un rotundo comentario, sobre el hecho que la Iglesia hubiese suprimido el índice de libros prohibidos [1]. Lo finalizaba de la siguiente manera:

«Han quitado el Índice de Libros Prohibidos, pues yo lo pongo. Pongo mi índice».

Decía tal afirmación irguiendo la figura [2] y elevando el dedo índice (me parece que de la mano izquierda) a la altura de la cabeza. Y en esa compostura quedaba unos instantes seguro, complacido y recalcando su importante determinación. Mientras, movía ligeramente el dedo en actitud de exhibición del poder digital. Le faltaba añadir (quizás lo estaba pensando, porque lo dijo en otras ocasiones): «y al que no le guste que se aguante».

En tal decisión se reafirmaba y de ella se sentía muy orgulloso, porque —decía— él era el Buen Pastor, el Padre que cuidaba de sus hijos, etc. El resultado era que para todos los socios del OD seguía estando vigente el Index como obligación moral; que había que seguir teniendo orejeras en el cerebro para poder enfocar la realidad de manera adecuada; al igual que en la época histórica de analfabetismo e ignorancia generalizada, que dio origen al Index.

De manera que organizó dentro del OD su propio Index. Los centros del OD fueron inundados por fichas de libros, con su comentario y clasificación moral. A resultas de aquello, la organización de aquel material llegó a ser algo casi inabordable, por la constante incorporación de montones de fichas. 

Como anécdota muy ilustrativa de la orientación moral y teológica de aquel OD-Index, baste decir que allí estaba incluido el entonces teólogo Josef Ratzinger (después cardenal y después Papa con el nombre de Benedicto XVI) en alguno de sus libros. La inclusión en el OD-Index quería decir, que para leer al actual Papa, había que pedir permiso bajo pena de incurrir en penas morales [3]. Otra cosa es que te concediesen el permiso de lectura. Ya que los permisos para leer a la mayoría de esos los autores “peligrosos”, sólo se concedían —y con reticencias— a aquellos que se dedicaban profesionalmente a la teología. Claro que cuando convino cambiar por motivos prácticos, a Ratzinguer se le hizo doctor honoris causa, por la Universidad de Navarra (año 1998). Por entonces parece que la voluntad de Dios había cambiado de idea y el dedo índice que la anunciaba apuntaba a otra parte.

 

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