Qué creer.- Eduardo
Fecha Monday, 01 March 2010
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


Es la primera vez que escribo aquí (aunque después de "meter" muchas horas leyéndoos desde hace ya algún tiempo). Por eso, y antes que nada, enhorabuena y gracias a Agustina, a los Orejas y a todos los que escribís aquí: hacéis mucho bien.

Y en esas lecturas he comprobado que tras haber compartido muchos de nosotros -al menos todos los que hemos estado dentro- unas creencias, una formación y una manera de entender la moral muy estricta y muy particular, los caminos emprendidos después han sido muy divergentes.

Los hay que consideran que el opus traiciona a la iglesia, y entonces mantienen una fe que consideraría "ortodoxa" hasta el mismo opus. Se critica entonces que el opus manipule precisamente esa misma fe para sus propios fines corporativos... Porque Dios mismo –dicen- les da el permiso e incluso el mandato para hacerlo.

Los hay que se posicionan en una "fe a la espera" (con esta u otra expresión parecida lo describió muy brillantemente alguien de quien no recuerdo el nombre). En estos casos, después de salir del opus, no sólo queda en entredicho la praxis, la ascética propia o la auto consideración de los miembros -por no hablar de la personalidad de Escrivá-, sino que también se pone en duda si la fe en Dios y en la iglesia deben ser después exactamente iguales a las vividas y practicadas dentro.

Y los hay por último que nada de nada: reniegan del opus, de la iglesia, de su magisterio y de su fe, y rechazan también a Dios.

Por eliminación me adscribo al grupo intermedio. Es verdad que es el más amplio y cómodo, pero sobre todo, es el que te da tiempo para aclararte. En mi caso, criado en un entorno y ambiente opus de segunda generación, con pitaje a los 14,5 incluido (familia, club, colegio, universidad...), la experiencia me ha mostrado que una vez que uno ha salido hacen falta unos cuantos años para reubicarse vital e intelectualmente. Años que son tiempos muy duros (en mi caso, afortunadamente superados; lástima que no conociese por entonces esta web, que me habría ayudado mucho), pero que merece la pena pasarlos. Acabo de leer a Calandria y la verdad es que me hace sentir mucha compasión: no sé si defiende el origen sobrenatural del opus y la fe, o si lo que lo que está detrás de lo que escribe es un inmenso pavor por una vida falsa o hueca. Lo que se hace de buena fe no convierte en falsa nuestra vida. Todo se aprovecha si se lucha por la verdad.

Pero, volviendo al hilo-y perdonad que hable de mí-, lo primero que yo aprendí es que no hace falta vivir "con las ideas claras", que no hay por qué sustituir las que se tenía por otras -más o menos distintas-pero igualmente claras. Sin ellas se caen muchas certezas pero se puede liberar mucho amor. Y es mejor la certeza única de amar que el amar nada más que la certeza. El tener respuesta para todo resulta sospechoso. A esta conclusión llegué después de experimentar de un modo bastante noqueante, iluminador y muy agradable, que hay mucha gente muy buena fuera del opus (y fuera de la fe). ¡Vaya tontería, ¿no?! Pues sí; pero es otra de las obviedades que nos estaban vedadas, o que al menos para mí lo estaban. En otras palabras: salvo que se emplee en un sentido muy pero que muy amplio, es mentira eso de que "extra ecclesiam nulla salus", que fuera de la iglesia no hay salvación. La salvación me parece ahora que es y que son las personas sinceras, buenas, honradas que van por el mundo haciendo el bien. Y lo hacen sin ir dándole en la cabeza a los demás con el catecismo o las normas o el magisterio.

Pero para ello lo primero es superar el miedo. Son palabras refrescadas por Juan Pablo II: no hay que tener miedo, y no hay que tenerlo porque Dios revela al hombre al propio hombre. Poco a poco, al ritmo de los hombres, pero creo que es así. Si Dios es amor no cabe el miedo. Y donde hay miedo no está Dios. Por eso, me sobra mucho de la historia de la iglesia, de los hombres de la iglesia y de las doctrinas de la iglesia.

Dios está ahí: la verdadera, la auténtica OBRA DE DIOS somos cada una de las personas. Y, puesto que somos libres, Dios se nos muestra en las que son buenas. Sin más intermediarios, ni puentes, ni pontífices.

No tengo claro qué papel darle a la iglesia. Veo muchas cosas que me parecen equivocadas y que permitieron, entre otras cosas, el "fenómeno" opus. Y veo mucha clarividencia también mezclada. Y ahora mismo queda una perplejidad en muchos aspectos relativos a la fe. Perplejidad serena y que no paraliza. Porque quizá sea la doctrina, en el sentido en que la describe Salvador, la que nos atenaza y –con palabras del poeta Luis Rosales- “nos hace pánicos y crueles”.

“Es el miedo al dolor, y no el dolor, lo que nos hace pánicos y crueles”. La expresión escrita de la fe, la norma o la ley (“lex dicitur a legendo quia scripta est”) descarna el amor, nos aleja de Dios. Creo en Dios que ama, y se me hace amable la persona de Cristo y su enseñanza. Pero no encajo el dolor como herramienta salvadora. Y va Jacinto y justo escribe algo del estilo. Buff: más lío para mi perplejidad. Habrá que seguir leyendo…

Eduardo









Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=15924