Hoy en día criticar al opus públicamente apenas plantea problemas. El opus está socialmente muy desprestigiado. Tanto que las editoriales ya no están interesadas en publicar libros críticos. Las radios y las teles igual sobre todo desde que los del opus se negaron a acudir a debates.

Cuando me salí del opus, un buen amigo peruano me dijo: "Tú has sido miembro importante, fundador y rector de la Universidad de Piura y creo tienes la obligación de explicar  en público por qué te has ido del opus”.

Enseguida me puse a escribir mi primer libro que no fue sino una versión al exterior de las varias cartas que yo había escrito a Escrivá protestando de la deriva del opus después del Vaticano II. Ahora pienso que esas cartas nunca salieron de Madrid.

Paralelamente empecé a hablar con bastantes de las personas que yo había metido en el opus y de los que yo había dirigido dentro, por ejemplo Adolfo Suárez, y a decirles: “Yo ya no garantizo el producto”.

Criticar públicamente  al Opus en el franquismo no era fácil. Aunque al opus lo odiaban los falangistas y los demócratas cristianos, su valedor era Carrero Blanco y nadie se atrevía a llevar la contraria a los protegidos del Almirante. Por eso yo no pude  publicar mi libro hasta que no se murió Carrero. Salido el libro me llegaron los problemas pero también las satisfacciones. Mucha gente, sobre todo jóvenes, me dijeron que mi libro les había servido para salirse. Ningún exnumerario varón criticó nada en público y eso que yo le dije a algunos importantes, y especialmente a Antonio Pérez, que deberían hacerlo por coherencia y por la cantidad de información importante que tenían. Es verdad que los del opus son muy rencorosos y van a por ti si te mueves pero dos exnumerarias, María Angustias Moreno y Carmen Tapia salieron a la palestra con sus libros, las persiguieron pero no se arredraron. Luego Isabel de Armas y  Ana Azanza publicaron los suyos y la página web, opus libros, es también iniciativa de una mujer. De modo que a ellas, mi homenaje y mi admiración.

Un abrazo

Alberto Moncada