Hola a tod@s:

Después de haber abandonado mi participación y lectura asidua de esta web, la he consultado en estos días, y me he topado con algunos correos que plantean la relación del Opus Dei con el Concilio Vaticano II, lo que me resulta de interés.

En base a lo que he leído, y a las charlas que tuve con un sacerdote numerario, mayor, podría decir que el posicionamiento del Opus Dei respecto del Vaticano II ha ido mutando, en etapas sucesivas, a saber:

1ª.- En los años del Concilio y en los inmediatamente posteriores, se acepta con cierto recelo el Vaticano II. Se lo mira con sospecha; hay algunas críticas oficiosas; pero no hay una posición oficial de rechazo frontal, como la de Mons. Marcel Lefebvre y sus seguidores.

2ª.- El denominado post-concilio. Son años en los que el Vaticano II es «puesto en el congelador». Se lo reverencia exteriormente, pero no desaparecen las reticencias intra- institucionales, ni se realizan mayores esfuerzos por hacer su hermenéutica. Todo se limita a una superficial trascripción de fragmentos.

3ª.- El Pontificado de Juan Pablo II. A partir de ese momento comienzan a multiplicarse las publicaciones internas, y externas, en las que se procura hacer alguna hermenéutica del Vaticano II. Con resultados dispares, podría decirse que contrasta el entusiasmo con que se recibe el Concilio en las publicaciones externas y con la impermeabilidad de la praxis institucional interna, respecto de las doctrinas conciliares y el Código de Derecho Canónico de 1983.

4ª.- La «apropiación» del Vaticano II como un elemento funcional a los objetivos institucionales del Opus Dei. La Obra parece reclamar para sí una suerte de monopolio en la hermenéutica de los textos conciliares, con el claro objetivo de consolidar su inserción eclesial: la apropiación del Vaticano II le sirve al Opus Dei, en primer lugar, para mostrarse ante Juan Pablo II, y los Obispos, como la vanguardia en una renovación de la vida de Iglesia, de acuerdo con los deseos del Papa reinante. Al mismo tiempo, la adhesión al Vaticano II es útil para que la Prelatura refuerce su identidad institucional, y su imagen de institución «conservadora» en el marco de la política eclesiástica, lo que le permite diferenciarse de otros movimientos eclesiales denominados «tradicionalistas». Cabe recordar aquí, a modo de ejemplo, las presiones que hicieron los canonistas del Opus Dei para monopolizar la figura jurídica de las prelaturas personales, e impedir la regularización de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X dentro de ese marco.

5ª.- Con el Papa Benedicto XVI, queda más claro que a las autoridades del Opus Dei les interesa decididamente la búsqueda del poder eclesiástico. Ante el Motu Proprio Summorum Pontificum, y la voluntad del Papa de una amplia y generosa aplicación del mismo, resulta sorprendente la fría recepción que el documento ha tenido en instancias institucionales opusdeísticas. Pareciera que con tal de no perder posiciones de poder en la política eclesiástica, ni quedar mal con ciertos obispos y cardenales, el Opus Dei no está dispuesto a acompañar al Santo Padre en su deseo de que la Forma Extraordinaria del Rito Romano alcance la amplia y generosa aplicación deseada por el Romano Pontífice.

En suma: la postura institucional respecto del Vaticano II no es algo coherente, sino una manifestación más del maquiavelismo institucional que caracteriza al Opus Dei.

Un afectuoso saludo. 

Crítico constructivo.

Post escritum aclarativo y despedida