Sobre la honestidad intelectual en la Obra.- Jose
Fecha Wednesday, 05 May 2004
Tema 070. Costumbres y Praxis


ACLARACIÓN NECESARIA

Esta carta la escribí en la tarde-noche del pasado 10 de marzo. Pensaba enviarla al día siguiente, 11 M, pero los acontecimientos sucedidos en Madrid conocidos por todos me dejaron (nos dejaron a todos) congelado y colocaron en un muy segundo plano el envío. Casi dos meses más tarde me he tropezado con este escrito y he considerado que si bien la vigencia de su objetivo queda ya, efectivamente, desfasada (pretendía ser la respuesta a un tal Pablo que lanzaba anatemas a los que osábamos poner en entredicho los sistemas de la institución), algunos aspectos de estas modestas líneas pueden ser interesantes para conocer el doble rasero que se aplica en el seno del Opus Dei que yo conocí: se predica y ensalza la honestidad intelectual para, cuando conviene, escupirle a la cara. Os la envío, pues.

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Alguna pincelada sobre la honestidad intelectual en la Obra

El breve pero intenso, más aún que intenso, incendiario, y más aún que incendiario, apocalíptico escrito de Pablo (10-03-2004) me ha traído a la memoria hechos que viví cuando estaba en la Obra y que, vaya usted a saber por qué, había olvidado, en una suerte de higiene mental, quizá. Es lo bueno que tienen las terribles admoniciones de estos tipos incondicionales de la institución: que cuando uno ya ha pasado por alto mil detalles que en su día dio por amortizados, vienen y te lo recuerdan. Digo todo esto porque después de leer la nota del amigo Pablo, que viene a sumarse a las tesis de un puñado de "participantes" que nos advierten de lo ruines que somos por criticar ese foro de libertad, pluralidad, universalidad e información que es el Opus Dei, me ha retrotraído de nuevo a la década de los 80, tiempo en que tuve el honor de ser miembro célibe del Opus Dei.

En aquel entonces, evidentemente, no existía internet. No obstante los sistemas propagandísticos de la Obra no varían en demasía. En aquel entonces, las (pocas) informaciones que aparecían en prensa, radio y TV críticas con los sistemas de la institución se combatían desde dentro por el sencillo sistema de enviar Cartas al Director. Recuerdo que en mi centro habían auténticos "pofesionales", alentados desde la superioridad, en redactarlas y enviarlas, e incluso se establecía una sana competición en ver quién era el que obtenía un mayor número de cartas publicadas. Nada que objetar al sistema (cada uno se expresa como quiere) salvo que un alto porcentaje de esas cartas eran, ¡ay!, copias textuales de Aceprensa (para el que no lo sepa, una publicación de información general "parainterna -valga el término y vosotros me entendéis- elaborada y dirigida por prestigiosos periodistas de la Obra y que se distribuía en todos los centros-. ¿Qué había una campaña a favor del divorcio, un suponer? Pues nada: uno se buscaba el ejemplar de Aceprensa (en mi centro y en varios más que conocí estaban clasificados por índice de materias) que argumentara en contra del divorcio, copiaba palabra por palabra los párrafos más sustanciosos y, por supuesto, en un ejemplar ejercicio de honestidad intelectual, los firmaba con su nombre.

¿Y a qué viene esto ahora? Pues que antes de lanzar anatemas a nadie, como hace nuestro colega Pablo, yo creo que es bueno tentarse las propias ropas y ver si los mecanismos que se emplean y se fomentan desde determinado sistema institucional responden realmente a lo que se predica. Tampoco estaría mal, los entendidos lo recomiendan, tratar de separar qué parte de las críticas que se hacen son verdad y qué parte son producto del apasionamiento o el despecho. Yo mismo no pongo ningún reparo en reconocer que la Obra tiene cosas positivas. Lo que no quita que mi relación con ella la doy por zanjada.

Jose







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