Estábamos todos, o al menos yo, en zozobra, en vilo, en un “ay” ante la posibilidad cierta de que la formación filosófica que se imparte en la Obra sea, por decirlo de forma fina, deficiente, cuando Calandria ha acudido al auxilio de mi angustia: en la Obra los profesores se valen de vídeos, power point y demás aparejo audiovisual. Alabado sea el Señor. Ya me quedo más tranquilo.
Jiménez