Once años después (6).- Maripaz
Fecha Monday, 23 November 2009
Tema 077. Numerarias auxiliares


ONCE AÑOS DESPUÉS  (6)

Maripaz, 23 de noviembre de 2009

 

Una vez estrenada mi nueva vida, pero ya totalmente libre de lastre, me dediqué a disfrutar de cada sencilla cosa que la vida me ofrecía en mi nueva oportunidad.

Al escribir estas linéas, me vienen a la memoría mis padres y hermanos que me acogieron de nuevo, con generoso corazón. También pienso en las personas que una véz fuera, no tienen esta inestimable ayuda, ya sea porque sus padres hayan fallecido o sus hermanos no tengan mucho interés en ayudar a alguien que ha vivido quizá muchos años, como un verdadero extraño, encerrado en su múndo y dejándoles a todos de lado, sin interesarse realmente por ellos...



Recuerdo las primeras visitas que hacian mis hermanos, que vivian tódos fuera, a casa de mis padres. Yo tenía verdaderas gánas de compartir con ellos, momentos familiares. En las fiestas del pueblo llegó mi hermana pequeña con su hija, de nueve años. La había visto sólo alguna vez, cuando era cási bebé. Su alegria era contagiosa y llegaba feliz a visitar a sus abuelos. Con mucho misterío, me cogió aparte y me dijo que se había enterado, que estaba programado un concierto del grupo de moda "La Oreja de Van Gogh".

Por entonces, este grupo, estaba empezando y buscaba un hueco en el panorama musical, teniendo que hacer gíras por pueblos de la geografia españóla, más o menos grandes, para darse a conocer. Estaba anunciada su actuación en el Pabellon Deportivo Municipal y alli nos encaminamos, mi hermana, su marído, su pequeña, hija y yó.

Aún hoy recuerdo con emoción, mi primer concierto musicál. En primera fíla, gritando con mi sobrina y coreando las canciones que Amaya Montero gritaba al viénto, experimenté una nueva alegría, desconocida para mí, pues hasta entonces, solo había experimentado, la alegría sobrenaturál de los hijos de Dios en el opús dei, la mayoria de las veces.

Que gozada poder cantar, gritar, llegar tarde a casa, perder el tiempo, permitirte un capricho...

Todavia tuve el atrevimiento de subírme con la niña a una especie de náve espacial, que daba unas volteretas horrorosas, con tal de experimentar nuevas sensaciones. Sabiéndo con certeza, que nadíe me iba a corregír por haber chillado mucho, o por haber reido con todas mis fuerzas...

Cuando durante el verano venian mis hermanos, soliamos recorrer la zóna, donde se encuentra el arte románico en su pureza. Se organizaron por primera vez "Las Edades del Hombre" en Palencia y pudimos contemplar todas las maravillas expuestas en la exposición, que con el paso del tiempo, llegó a tener mucha fama y recorrió diversas provincias.

Por mi caracter abierto, pronto híce cantidad de amígos, muy variados. Hombres, mujeres, ancianos, niños... Aprendí a disfrutar de la amistád con naturalidad, sin tener la presión de la labór apostólica detrás. No tenia que ganarme a las personas con subterfugios, para atraerles con artimañas clandestinas, siendo cómplice de utilizarles para alcanzar un fín. Eran, por encima de todo, mis amígos, y no pretendia con su amistad nada más que compartír cariño y vivencias sin esperar nada.

Empecé a visitar las ciudades cercanas. Núnca habia visitado León con detenimiento. De véz en cuando me íba el día entero, y aunque las tiendas de ropa sobre todo, formaban parte de mi recorrido principal, recuerdo la primera vez, despues de muchos años, cuando me encontré de frente con su maravillosa catedrál. Comí en una terraza desde donde la podia observar, en todo su explendor. Mas adelante, visité S. Marcos, S. Isidoro…

Solía regresár al anochecer, cargada de bolsas como antaño, pero sin tener que esconder nada, ni esconderme. Os puedo asegurár que comprar rópa compulsivamente, todavia me duró unos años. Me parecía mentira comprarme lo que me yo quisiera, por haber vivido unas circunstancias anormales respecto a las necesidades materiales. La represión me había llevado a hacer de una cosa natural, algo extraordinario. En la actualidad, las compras, no forman parte de mis aficiones vitales... hay cosas más importantes.

Otra de las nuevas experiencias, fué aprender a cocinar de la mano de mi madre. No tenía mucha paciencia para enseñárme y siempre eludía hacerlo cuando se lo pedía insistentemente. Pero un día tuvo la mala suerte de caerse de una escalera, al tratar de alcanzar álgo. No tuvo más remedío que dirigirme en la taréa, desde su necesario reposo por órden del medíco. Que alegría sentí, cuando mi padre, para animarme, piropeaba mis guísos...

Por fín, mi vocación culinaría se ha vísto realizada, después de intentarlo a lo largo de muchos años, donde se me relegaba a pelar ájos o a fregar los cacharros en aquellas enormes pílas.

 

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