Tengo la impresión de que ha llegado la hora de realizar un pequeño parón y pensar un poco en el pasado. Al hilo de algunos testimonios.
La vocación errática de un hijo de supernumerarios que sigue sintiendo que tiene que entregar más y que, para ser de la obra, o todo o nada. Los impresionantes párrafos de sinceridad de Calandria que se queda dentro porque cree que todo cambiará.
Me reconozco en ellos porque he vivido parte de esas contradicciones y las he visto en otros.
Para el hijo del supernumerario sólo puedo decirle que no se arregla nada dejando la cosa. Tiene que ir a un profesional para que le remita lo que ha interiorizado. Que lo haga cuanto antes. Tras pasar por la depresión que se nota haber sufrido, llegará la definitiva, y tendrás que salir por piernas de la cosa. Pero lo llevarás contigo y no podrás salir sólo de esa cárcel interior. Intenta serenarte y llamar a las cosas por su nombre. No pienses en nada que no sea el descubrir quien eres y como quieres vivir. Esas decisiones son las que te están robando y te entretienen con que el problema vocacional es previo a cualquier otro planteamiento. Lo que realmente estás haciendo es delegar tus decisiones en terceros que, si o si, no tienen ni gracia ni nada que se le parezca. Sólo sentirás vértigo a quedarte sólo, a no tener una referencia. Aparecerán amigos y amigas, aparecerán porque vibrarán con las cosas que tu vibras. Y, en medio y al final, Dios aparecerá como nunca lo has visto aparecer. Te llamará por tu nombre y lo reconocerás en medio de tus días, tus miserias y tus buenos actos. Dios existe, no lo dudes, ese Padre que siempre hemos soñado y que tanto necesitamos.
Para Calandria sólo decirle que confunde el diálogo con la necesidad de desahogar su alma con nosotros que podemos tratar sus dudas sin temor a perder la fe en la cosa. Más temprano que tarde, la cosa desaparecerá y de nada vale discutir o dialogar nada que sea de interés. No sé porque aparece cada cierto tiempo una persona que, sabiendo que lo tienen prohibido, leen la pagina y se ponen a lanzar puentes y a aclarar que lo que aquí se escribe son un grupo de errores humanos y excepciones. Ya se ha demostrado que es algo referido a la fundación y al lo nuclear del carisma. Los que pertenecen a la cosa, por la vía de los hechos, han de someter todo juicio y toda decisión fundamental de su vida a los superiores antes de poder pertenecer plenamente a esa organización. Está en la fundación y en el carisma revelar el secreto de la confesión, hacer juicios por escrito que se envían a terceros. Esa información se ha usado y se usa para decidir puestos políticos, empresariales, asociativos, eclesiásticos y diseñar la estrategia, las tácticas y objetivos de la cosa. Su relevancia para la Iglesia no es una variable a considerar. La Iglesia está alejada o más cerca de la voluntad de Dios en la medida que entiende y apoya a ese grupo. Todo lo demás que nos cuentas no está escrito y sellado en la fundación y en las normas internas. Lo que les hace diferentes a los que somos cristianos normales es lo que te acabo de explicar. Esas diferencias son las que me permiten decir que tiene una vida efímera e irrelevante, como los otros movimientos sectarios del siglo XX. La necesidad del fundador Escriba de diferenciarse constantemente de todo y ante todos es porque no hay nada que fundar, nada que definir como carisma y sólo es un grupo más organizado como otros tantos. Lo que hace que tenga algo más de vida es que vive en medio de una sociedad, la Iglesia Católica, que por mal que se transmita, permite a sus miembros tratar con los misterios que dan sentido a la vida y los sacramentos que dan esa vida. En todo lo demás, usa la metodología sectaria y de ahí proviene su fracaso. No es que lo deseemos por que aborrecemos a la cosa. Conocemos la cosa, nos ha distraído, nos ha hecho perder el tiempo y sabemos, por lo que ya hemos vivido fuera, que Dios da el ciento por uno de cada minuto perdido dentro. No sólo no hay rejalgar sino que uno encuentra caminos de santidad verdadera como siempre ha habido en la Iglesia.
Coplasuelta
