Gracias por compartir tu proceso de desintoxicación.- Ana Azanza
Fecha Friday, 06 November 2009
Tema 040. Después de marcharse


estimados Orejas y Maripaz,
 
me está gustando un montón la serie que vas enviando sobre tu proceso de "desintoxicación". Todos hemos tenido que pasar el nuestro. Gracias por tu sinceridad, por contarnos esas pequeñas cosas, que no son las chinchorrerías opusianas, sino las cosas importantes y grandes de la vida.
 
Por ejemplo me ha gustado la anécdota tan sencilla y reveladora de las flores de plástico de tu madre. Me puedo imaginar esas pequeñas peleas diarias, las ex numerarias con nuestro "tono humano" a cuestas, todo nos parecía cateto al salir. Y lo que éramos es unas completas ignorantes de los verdaderos valores en la vida, no sabíamos convivir, no nos enseñaron. Y en los centros opus se hacen cosas juntas (misa, oración, comidas, tertulias, círculo) pero no se convive.
 
Se vive bajo el mismo techo. Cada uno en su habitación encerrado porque acabas no teniéndote nada que decir con nadie. Si estás triste no puedes demostrarlo, viene el criterio "la alegría norma de siempre". Si estás muy contenta, tampoco se recomienda, porque las demás se pican y con la envidieja te corrigen lo que sea para fastidiarte. A veces hablando de la vida de numeraria parece que estábamos en un parvulario...¡cuánta inmadurez fomentada!
 
Es duro el proceso del desenganche, tú lo estás contando. Opuslandia es un mundo pequeño, son pocos en el conjunto de la iglesia pero dan mucha guerra. Y los que nos lo creímos todo todito todo a pies juntillas lo hemos pasado peor, puesto que ese pequeño mundo era todo nuestro mundo. Cuando acabas de salir te parece que se te ha ido todo lo que merecía la pena y daba sentido a tus días.
 
Contándolo como tú  nos ayuda a todos, se ve tu recuperación de sentimientos normales, de sensaciones, tu dejar, como si de una piel vieja se tratase, tantos modos opusianos que son un estorbo para relacionarse en la sociedad.
 
Es cierto que necesitamos tiempo, tiempo de no verlos. Sólo así se te recompone el cuerpo. También los "gustos morales" un poquillo estropeados por la casuística opusiana que da importancia a cosas que no la tienen. Mientras se  olvida lo esencial, los sentimientos sinceros hacia los demás, la capacidad de escuchar y ser escuchado sin retrancas, sin trastiendas ni segundas intenciones.
 
Aprender a convivir, de eso no se sabe nada en opuslandia. Se sabe de guardar las apariencias, es lo que más les importa. Tenemos dos ejemplos recientes. Raúl que acaba de salir nos ha contando el mensaje del prelado, "no cuentes lo que nos deje en mal lugar", más o menos. La presidenta del parlamento vasco, Arantza Quiroga, tengo para mí que es supernumeraria, también salía en la tele hablando a propósito de otro tema y diciendo "los trapos sucios se lavan en casa".
 
Me ha gustado que cuentes tus dificultades cotidianas para relacionarte con tus padres tras tu salida. Son tantos años de separación, tú habías cambiado, ellos también. No habías compartido con ellos las fechas señaladas, los acontecimientos familiares. Y quieras que no la vida nos va moldeando a todos. El tiempo no pasa en balde.
 
A este respecto  me ha acordado de una tía monja.  Para los vascos y  navarros en especial, he leido a Oscar Terol, "Ponga un vasco en su vida" y "Todos nacemos vascos", y dice que lo de tener una tía monja es una característica vasca. Es una lectura bastante divertida si se conoce la región un poco a fondo... A lo que iba, mi tía monja pasaba cada año más de un mes con sus hermanas, ya podía estar viviendo en China como estuvo un tiempo, que siempre volvía y estaba con la gente de su pueblo. A pesar de ser monja no tenía ese descuelgue esencial de la numeraria que no sabe ni quiere saber nada de nadie, porque vive en un mundo "superior", con elevadas tareas que la impiden bajar a relacionarse con el pueblo...
 
Y así nos quedamos todas al salir del opus, como marcianas entre los terráqueos. Pelando la naranja con cuchillo y tenedor, escandalizándonos de unas flores de plástico en la decoración, pero ignorando lo más elemental del convivir: Aprender a callar, no por mortificación sino por prudencia, también a decir las cosas a la cara,  que hay que respetar el espacio de los demás y hacer respetar el propio. Cosas bien tontas que no se explican yendo a charlas sino viviendo libremente.
 
Es muy difícil que alguien nos entienda, ¿cómo comprender que una mujer de 40, 50, 60 años no sepa cosas que aprende cualquiera en la calle por el mero hecho de ser libre?
¿cómo entender un mundo donde la gente supuestamente "reza y se mortifica" para dejar de ser instituto secular y pasar a ser prelatura personal? ¿de veras es de "cristianos corrientes" tanta preocupación por si somos "vicariato castrense", "ordinariato" o "prelatura"? Que me perdonen los especialistas, pero la trascendencia que se da a estos temas en el opus no es normal. Estoy segura de que es un distintivo de la institución, que nadie, ni jesuitas, ni carmelitas, ni dominicos, ni etcétera ha puesto tanto esfuerzo en el tema de la solución jurídica. Opus no lleva ni un siglo de existencia y ya han cambiado no sé cuantas veces de "modelo".
 
No me puedo creer que sólo nosotros nos demos cuenta de que este periplo de figura jurídica en figura jurídica, no es normal.
 
Si le dan tanta importancia me parece que no está de más indagar en los motivos. Me parece que Pablo VI le dijo a Escrivá que se contentara con lo que tenía y no diera más lata.
 
Gracias Mari Paz por tu relato, eso sí que vale.
Ana Azanza







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