La rebelión de Calandria.- Segundo
Fecha Wednesday, 04 November 2009
Tema 060. Libertad, coacción, control


A mí nadie me organiza la vida, me la organizo yo con la plena libertad, la libertad con la que puede manejar una persona adulta, no una descriteriada (Calandria).

 

Calandria ha proclamado su libertad. Quienes hemos pasado décadas de nuestras vidas en el Opus Dei aceptando sus limitaciones y  controles debemos darle la bienvenida a su grito libertario.

 

Mientras tanto, en el día a día, Calandria debe madrugar para entregarse durante  media hora a la oración y luego asistir a la santa misa en compañía de sus hermanas de la Obra. Por la tarde, hará otra media hora de oración pero de modo solitario. Si no ha cumplido 45 años, seguirá durmiendo sobre una tabla.

 

Una vez por semana debe abrir su conciencia con la persona que la Obra le ha indicado hablando sobre los puntos que establece el Catecismo del Opus Dei. Hará uso del  cilicio al menos dos horas diarias y una vez a la semana azotará su cuerpo con disciplinas. Una vez por semana se confesará con un sacerdote de la Obra siendo de pésimo criterio hacerlo con un sacerdote ajeno a la institución (Escrivá fue muy claro a este respecto).

 

Calandria ha sido totalmente libre para elegir éste estilo de vida como fuimos muchos de nosotros para dejarlo.

 

Calandria eligió la pobreza por ello debe entregar sus ingresos al Opus Dei y desprenderse de sus bienes a favor de la entidad civil que la Obra le indique. Al elegir la castidad vive el celibato apostólico de acuerdo a la praxis de la Obra la que no permite, por ejemplo, diálogos a solas con hombres. En  la película  “La Duda” Meryl Streep muestra  varias de estas medidas de prudencia que el Opus Dei adoptó en su praxis.

 

Finalmente, eligió obedecer como sólo se obedece en el Opus Dei de modo que acepta libremente leer lo que el Opus Dei quiere que lea y no leer lo que el Opus Dei no quiere. Son sus directoras las que le dicen en qué centro debe vivir, cuándo comprarse ropa y si ésta es apropiada o no para una numeraria, pedir permiso para salir a cenar, asistir a un festejo familiar, concurrir a una boda, pasar una noche fuera de su casa, acudir a un congreso profesional, realizar un viaje, comprarse un auto, cambiar de ciudad. Ir al cine lo tiene prohibido salvo licencia especial.

 

Calandria debe estar dispuesta a dejar el trabajo profesional más floreciente si el Opus Dei la requiere en los suburbios de sus labores. Escrivá fue específico al respecto.

 

Con toda razón Calandria puede proclamar  ” A mí nadie me organiza la vida, me la organizo yo con la plena libertad, la libertad con la que puede manejar una persona adulta, no una descriteriada”. Indudablemente su grito es la expresión de alguien que ha hecho suyas las reglas de la Obra con la misma libertad que un religioso de clausura abrazó su camino con la más absoluta libertad. Ambos  organizaron “libremente” la vida.

 

Dada la variedad de acepciones del término “libertad” cabe otra alternativa. En realidad, Calandria está realizando una formidable manipulación del lenguaje ya que como numeraria del Opus Dei es imposible organizarse la vida “libremente” tal como vulgarmente se entiende la expresión.  Me inclino abiertamente por ésta opción.

 

Quizás en lugar de proclamar una libertad de la que no goza, al menos en el sentido que lo expresa, debería hacer suyas en alegre y sencillo renunciamiento los límites y controles que impone el Opus Dei y que todos en su momento aceptamos.

 

Al menos, es más realista, alguno dirá más honesto. Su discurso ganará coherencia, las directoras quedarán agradecidas y a nosotros nos librará de la pesadumbre de haber sido tan opacos en la defensa de nuestra libertad. Tan débiles que, finalmente, pudimos decir: ahora sí, libres pero en serio.

 

Segundo









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