Once años después (3).- Maripaz
Fecha Friday, 23 October 2009
Tema 077. Numerarias auxiliares


ONCE AÑOS DESPUÉS (3)

Maripaz, 23 de octubre de 2009

 

 

A lo largo de un año, estuve muy unida al grupo de supernumerarias como úna más. Incluso con la llegada del verano, dejamos de ir a las meditaciones, a la capilla de las monjas. Se habian unido al grupo algunas que veraneaban por la zona y tuvimos que buscar un nuevo lugar, con más capacidad.

 

Nos dejaron en un pueblo cercano una pequeña iglesía o capilla grande, de unas instalaciones que solián utilizar los numerarios con los campamentos de gente joven...



A lo largo de ese año, mi amistad con los padres del numerario sacerdote, se afianzó de tal manera que a los pocos años el marído se puso muy enfermo y póco a póco, su deterioro fué grande. Siguiendo con mi norma de conducta de no utilizar nunca a las personas ni a la mistad que tenía con ellas, aunque en ésa epóca no frecuentaba yá las meditaciones, estuve siempre a su lado, pués eran mis amigos.

 

Otro matrimonio de supernumeraríos, quizá unos años más jóvenes, tambíen formaban parte de mis amigos. Soliamos ír de romería a los Santuaríos Marianos cercanos en su coche, y así púde conocer lugáres que se me antojaban paradisíacos, por su belleza. Poco tiempo después, el marído enfermó y acudía muchas tardes a hacerle compañia. Recuerdo que le llevé un libro de la biografía de D.Tomás Alvíra, que éra un supernumerario que acababa de fallecer y no sé porqué, tenía yo. Por cierto, no le he recuperado, ni pienso...

 

Un día, le hice una créma catalana y se la llevé... le ví emocionarse dándome las gracías. A lo largo de su enfermedad, no ví a su ládo a ningún numerario cuidándo de él. Sólo su mujer le acompañaba y sus hijos. Sentía un desgarro interior al verle tan olvidado de los que decian llamarse sus hermanos, sabiendo que habia sido muy generoso con su dinero para la obra.

 

Siento que cuando murío, me enteré un poco tarde para haberle acompañado hasta el final.

 

Sin embargo, al padre del numerario sacerdote, pude estar a su lado, cási hasta el finál. Cuando alguna tarde se encontraba inquieto, le decía a su hija que me llamase. Al momento, estaba yo, allí con mi vieja agenda en mis manos. La abría por donde tenía unos apúntes de la meditación de la muerte del último curso de retiro ,y le leia despacío al oído, pensamientos que le dában paz. No olvidaré su cara agradecida...

 

También le llevé varias véces créma catalana, que me agradecía con una sonrisa. Úna de las véces que aparecí con élla, estaban haciendóle compañia alguno de sus hijos, inclúso el sacerdote, y se atrevieron a bromear diciendo que ellos también querían. Me faltó tiempo para hacer para tódos.

 

Él, no púdo tomarsélo, se murío al dia siguiente.

 

Quizá sea coincidencia, pero tampóco ví núnca a su lado a ningún numerario haciendole compañia. Solía acudír el sacerdote agregado que nos daba las meditaciones. Vivía en un pueblo de la ládo, y éra una bella persona. Al poco tiempo, un cáncer, le llevó al eterno descanso también a él, a los pocos meses.

 

Con el páso del tiempo, analizando estos sucesos, he comprobado una vez más, la falta de caridad cristiana y calor humano con las personas, cuando más necesitan del cariño. Adornan con una capa de caridad seca, oficial, fría, la muerte y se olvidan del verdadero amor que se necesita en ésos momentos.

 

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