Sobre posibles resentidos.- Confiado
Fecha Friday, 09 October 2009
Tema 140. Sobre esta web


Me atrevo a hacer algún comentario a la “trifulca” aparente que han estado manteniendo Isabel y Atomito, sin ánimo de prolongar los rounds ad infinitum. Digo aparente porque pienso que ambos tienen parte de razón, aunque me inclino a alinearme más con el segundo por mi propia tendencia a huir de la casuística y establecer la discusión sobre cuestiones de principio. No obstante, a favor de la primera diré que un cúmulo de casos comprobados y contrastados pueden conformar un principio sobre el que basar un juicio, al menos en el fuero externo.

 

Atomito prefiere no pertenecer a un grupo de resentidos, y reconozco que ese mismo temor ha pasado por mi mente aunque sin atormentarme, pues nunca me he sentido parte de ningún grupo sino una individualidad, y podría afirmar que lo aprendido en la Obra –libertad y responsabilidad personales– fue reforzando día a día esa mi conciencia.

 

Ahora bien, sería ingenuo pensar que ningún colaborador de estas páginas esté libre de resentimientos. Pero, desde luego, no soy yo quién para juzgar quién sí y quién no: ese juicio está reservado para Dios y para cada uno consigo mismo. Cierto es que las formas externas de expresarnos sobre el comportamiento de otros pueden dar pie a conjeturas sobre lo que realmente mueve nuestras afirmaciones, y eso es inevitable.

 

Si alguien está totalmente convencido de lo que dice, que lo diga. Y si otro piensa que ese alguien carece de todos los datos y puede estar rozando la calumnia, que lo diga también. Para mí lo importante es reflexionar previamente del bien o del mal que pueda derivarse de lo que decimos y decidir después con libertad (libertad de cuyo uso tendremos que dar cuenta). A mí se me escapa en muchas ocasiones cuál pueda ser la frontera entre la crítica y la difamación, y eso sí que me preocupa: me preocupa sobre todo en mí, más que en los demás.

 

Por eso pienso que la crítica despiadada a la Obra y el deseo de que nadie se acerque a ella encierra a veces una actitud semejante a la que se desea combatir, y contiene una cierta carga de paternalismo. Además, hará que muchos acaben juzgando lo que no conocen y otros se sientan justificados sin quizá merecerlo. Y lo que empezó siendo una crítica fundada acabaría en un burdo prejuicio, un lugar común: una generalización y, como tal, injusta y opuesta a la riqueza de matices de cada individuo.

 

Yo, desde luego, no me arrepiento de haber pasado casi cuarenta años de mi vida en la Obra. He aprendido mucho y bueno. Lo que no he visto tan bueno –que ciertamente lo ha habido, y no son simples anecdotillas– lo cuento sólo a quien pueda entenderlo. En lo personal podría quizá quejarme de que ha reforzado en exceso mi confianza en los demás, pues ser tan confiado me ha hecho recibir más palos que una estera. Y es que en esto no aprendo... y quizá sea que no quiero aprender. 

 

Nota de Agustina.- Como una participante más de esta web, que es lo que soy, aprovecho para copiar unas palabras de Flavia de su escrito "Los remedios de la Obra" que van en la línea de lo que yo pienso: "me parece un problema el que se califique a los testimonios de algunos ex miembros como "amargos" o "resentidos". En todo caso, la pregunta es: ¿hay una "forma" o debería haberla, una suerte de "criterio de expresión para ex" que se derive de algún vademecum y que habría que observar (por fuera de los de la urbanidad)?. Entiendo que los modos en que las personas se expresan no sólo deben leerse desde sus estados de ánimo o peculiaridades de carácter, también resultan indiciarias de los aspectos de la personalidad o la afectividad, o la racionalidad, que son vulnerados cuando se acciona o se reprimen ciertos resortes de la condición humana. Tomando en cuenta, además, que nuestra reunión cibernética es algo singular, no hay espacios para el estilo, porque la Obra no es algo simple, ni fácil: en todo caso, nuestras experiencias plantean un primer desafío, la posibilidad de hablar, uno segundo, la posibilidad de comprender, uno tercero, la de ayudar, acompañar y consolar; siempre, la de curar y curarnos". Si alguien está dolido, enfadado, resentido o decepcionado con la obra, tiene todo el derecho a escribir lo que siente, igual que quien ha superado esas fases. Es mi opinión. Un abrazo. Agustina.









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