Una vez mas nos encontramos con un santo que abandonó su “vocacion”. Se trata de San Pedro Vigne, cuya fiesta se celebra el 3 de Octubre. Ordenado sacerdote en 1694, ejerció su ministerio sacerdotal en un pueblo de Francia como coadjutor de una parroquia, y en cercanía de los fieles. Sintiendo un deseo de ser misionero, entró en la Congregación de los Lazaristas en 1700. En 1706 “abandono voluntariamente” su actividad de misionero. En 1715 funda la Congregación de las Hermanas del Santísimo Sacramento, y en 1724 se sintió atraído por la espiritualidad eucarística y entró en una sociedad sacerdotal dedicada al Santísimo Sacramento, que había fundado el Obispo Sisgaud.

No tiene nada que ver con el opus esta vida, cuyos hechos relevantes muestran que se puede ser santo -dejando o abandonando una institución- sin ser acusado de “tradior a las almas, a Jesucristo, y al la Iglesia (ni mas ni menos)” o de “Judas” como llamó Escriva a quienes marchaban. Su fiel segundo, Alvaro del Portillo, no se quedó lejos calificando a los que dejan el opus de “endemoniados”.

No entiendo como pueden ser considerandos santo el primero, y aspirante el segundo. Mas bien me inclino a pensar que la Iglesia no fue suficientemente informada en el proceso de beatificación.

Hormiguita