He leído tu contribución del viernes pasado a la web y como siempre es, no solo interesantísima sino magníficamente planteada.
Te quería comentar algunas cosas acerca de tus preguntas del 6 de septiembre, (aun no sé cuantas, porque las pienso a medida que escribo).
El cardenal Herranz ya no está al frente de la Pontificia Comisión para la interpretación de los textos legislativos, desde hace algo así como dos años. Sin embargo, como no son tontos y saben que en cualquier momento puede llegar -si es que ya no ha llegado y la han cajoneado- una solicitud de interpretación auténtica de los cánones referentes a las Prelaturas, obtuvieron que se nombrara Secretario de esa Comisión nada menos que a quien fue varios años Decano de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad de la Santa Cruz, Juan Ignacio Arrieta y Ochoa de Chinchetru, sacerdote numerario, a quien hicieron con ese motivo obispo titular.
Tradicionalmente, el Secretario de esa comisión, luego de un tiempo es nombrado Presidente y creado Cardenal. Entre sus funciones, el Secretario es el que pone a consideración de los peritos y en último término del Plenario de la Comisión los asuntos a tratar, así que nada que se refiera a la prelatura, y que no les convenga, pasará a un plenario en muchos años.
En relación sobre tu pregunta sobre los profesores de derecho canónico y los miembros de los tribunales diocesanos, es cierto que muchos numerarios y algunos supernumerarios ocupan esos puestos. Y esto es así por varios motivos: hay muy pocos sacerdotes canonistas que quieran cambiar la labor pastoral por la cátedra universitaria, en cambio hay muchos sacerdotes del Opus que detestan la labor pastoral, porque obviamente no es lo suyo, y prefieren la cátedra, donde están mas cómodos, desde donde van esparciendo sus doctrinas por el mundo.
Y porqué los obispos permiten esto? pues porque los obispos generalmente están mas preocupados por los asuntos pastorales de sus diócesis que por las cuestiones académicas, así que si se presenta un voluntario para las cátedras o para los tribunales, y además tienen los títulos correspondientes, lo agarran como agua de mayo, y así evitan tener que destinar a uno de sus pocos sacerdotes "pastores" a una labor académica que harían quizá con desgana y que les quitaría tiempo para atender la parroquia o lo que fuere.
Los obispos y esto no se si será por su parte un halago o por el contrario una tacha, consideran a los sacerdotes y laicos de la prelatura, como unas especies de lumbreras académicas y los toman para todo lo que tenga que ver con temas académicos.
De cualquier manera es preciso decir que hay muchísimos profesores en facultades eclesiásticas y en seminarios que no son ni tienen nada que ver con el Opus Dei
Respecto a los abogados de causas matrimoniales pasa algo parecido: prácticamente no hay laicos canonistas que no sean del Opus o estén de algún modo en su órbita. Los sacerdotes canonistas que no son del Opus y que podrían ejercer de abogados, tienen tantas ocupaciones, que se corre un serio riesgo de pasarse litigando años, si se le confía una causa: no es para ellos lo mas importante o quizá es mejor decir: lo mas apremiante.
Desgraciadamente los abogados canonistas del Opus, han visto en esto de las causas matrimoniales un interesantísimo filón laboral: no hay competencia y como son del Opus le tienen comido el coco a algunos obispos que no habilitan a otros abogados para litigar en el fuero canónico, en parte –y es hasta cierto punto razonable- porque no tienen estudios suficientes. Los del Opus tienen fama de "incorruptibles". Como no hay competencia, fijan los aranceles que les da la gana. Vas a sus despachos y entras en una especie de sancta sanctorum, estilo centros del Opus de mayores, te sirven café con bandeja de plata en primorosas tacitas de porcelana y claro todo eso hay que pagarlo. Desde luego supongo que como todos, reciben por turnos las causas que el tribunal considera de patrocinio gratuito, que no son pocas, en las que sin duda pondrán el mismo empeño que en las otras.
Un cordial saludo
Haenobarbo
