La figura sacerdotal de Mons. Escrivá (I).- Doserra
Fecha Monday, 27 July 2009
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


Me resulta impactante el riguroso artículo de Giancarlo Rocca sobre los estudios académicos de J. Escrivá. Lo principal ya lo había desvelado en su Evaluación crítica de la hagiografía oficial del fundador del Opus Dei, firmada por Vázquez de Prada. Pero lo que entonces apuntaba someramente, ahora lo demuestra de manera apabullante, dejándonos una sensación indudable del monumental fraude que se ha cometido con los miembros de la Obra y con la autoridad de la Iglesia en temas muy relevantes de la vida de Mons. Escrivá. Agradezco a Rocca su valentía y rezo por él para que pueda seguir trabajando por esclarecer aún más la verdad...  



Ahora, lo que sería muy de agradecer es que, igual que ha hecho con el tema de los estudios de Escrivá, Rocca desarrollase los otros temas que menciona, aportando la documentación que haya podido recabar, a pesar de las maniobras de los dirigentes de la Obra para eliminar de los archivos cualquier referencia a Escrivá: el abandono injustificado de la parroquia de Perdiguera; los dos años que, insólitamente, el recién ordenado sacerdote pasa en Zaragoza sin oficio ni beneficio diocesanos; sus enfrentamientos con las tres instituciones que le ayudaron a sobrevivir eclesiástica y económicamente en los primeros momentos de su vida sacerdotal: la Compañía de Jesús, las Teresianas del P. Poveda y las Damas Apostólicas; y las tres intentonas para ser consagrado obispo y los motivos de naturaleza psíquica que llevaron a la Congregación para los Obispos a rechazarlas. Son cosas muy fuertes, que merecen un desarrollo tan completo como el que acaba de ofrecernos en el artículo que acaba de publicar sobre sus estudios.

 

En todo caso, la información de que ya disponemos permite comprender que Escrivá podrá ser tomado como modelo de persona organizativa o de clérigo que supo vender bien su oferta espiritual, pero –en contra de lo que dice el actual Prelado en su Carta de julio- no me parece que pueda ser presentado como modelo de sacerdote. Desde luego, para mí no me resulta sacerdotalmente modélico que desobedeciera la ley eclesiástica matriculándose en Derecho antes de acabar sus estudios seminarísticos; o que abandonara su destino en Perdiguera sin autorización de su obispo; o que se tirara dos años al margen de sus autoridades eclesiásticas, dando clases en una academia sin autorización de su superior eclesiástico y celebrando Misa en la iglesia de los jesuitas de Zaragoza; o que se marchara por su cuenta a Madrid a buscarse la vida, al ver que en Zaragoza se había cerrado todas las puertas con su actitud de los cinco años anteriores.

 

Es decir, desde el punto de vista eclesiástico, Escrivá funcionó siempre bastante a su aire. Al principio, por lo dicho. Y no digamos ya cuando contó con una institución de fundación propia, para la que fue buscando progresivamente una cada vez mayor independencia de las Iglesias particulares. Y esto no parece muy ejemplar en un sacerdote. Como tampoco me parece nada sacerdotalmente ejemplar que mostrara tan poco interés por profundizar en los estudios eclesiásticos y sí en obtener un título civil, en los casi dos años que transcurrieron desde que acabó los estudios básicos de Teología (junio de 1923) y su ordenación presbiteral (marzo de 1925).

 

Saludos cordiales,

 

Doserra

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