Querida Ana Azanza:
A propósito de lo que mencionas respecto a la edad en que un adolescente entraba a una institución religiosa en otros tiempos, te comento que no estoy del todo de acuerdo con la afirmación de que aquellas prácticas eran únicamente de sobrevivencia o estatus, pues en la Historia de la Iglesia se han dado muchos casos que demuestran lo contrario. Si bien es cierto que en ocasiones no había más opciones de vida, también lo es que muchas personas entraban jóvenes a los institutos religiosos por la misma razón que se casaban también jóvenes, y fueron magníficos y ejemplares en su entrega. La "idea" de tiempo en las culturas de los siglos XIX y principios del XX, para no irnos más lejos, era distinta. Tan distinta como la noción de "edad apta". Sin embargo, estoy de acuerdo en lo que dices respecto al desfasamiento del Opus Dei en este tipo de prácticas de reclutamiento, pues mientras los jesuitas de la provincia de México, por poner un ejemplo, admiten sólo a profesionistas, y otras congregaciones sólo a universitarios, el Opus se ha centrado en los más jóvenes, en los adolescentes de los clubs. En México, hace años que se viene dando este fenómeno, caracterizado, entre otras cosas, por la ausencia de cualquier actividad que implique la reflexión e impulse el desarrollo del intelecto: ahí todo es juego, chacoteo y charlitas muy conmovedoras, dirigidas a muchachitos cautivos del Cedros o de sus escuelas en el interior del país, como el Liceo de Monterrey o el del Valle en Guadalajara.
En cuanto a lo que señalas del maquiavelismo en los más altos niveles de la jerarquía opusina (los romanos), bueno sí, estoy de acuerdo con lo que dices. Sólo haría un matiz. Del mismo modo que El Príncipe, de Maquiavelo, admite varios niveles de "lectura", es decir, de "conciencia", las prácticas maquiavélicas no son igualmente imputables (como actos inmorales) a los príncipes que a sus secretarios y oficiales. Unos maquinan, los otros operan. Los dos son responsables, pero no me podrás negar que el que lee e INTERPRETA los textos (en este caso de Escrivá) determinando su "sentido" y proyectando su realización, es mayormente responsable. Conozco a algunos directores locales y regionales que creen, así CREEN, de buena fe que actúan moralmente al hablar dobles lenguajes y al manipular información para que piten muchos y para que perseveren los más posibles. Creen que obran bien cuando obligan a sus hermanos a tomar barbitúricos en lugar de tratar de solucionar los problemas de fondo. Los directores de Roma, también creen en lo que hacen, pero a diferencia de los otros, son ellos los que fabrican la creencia dotando de “sentido actual” a los textos del fundador. Así pues, todos son maquiavélicos (esa es la naturaleza de los cargos internos de dirección), pero hay niveles de responsabilidad y de desvergüenza.
Aprovecho para felicitarte por tus escritos, que siempre me resultan muy ilustrativos, aunque el tono me parezca un poquillo duro. ¡Ah! y una última cosa: ¿la vocación? yo siempre que escribo esa palabra lo hago en cursivas o entrecomillándola, pues si de algo estoy seguro es de que el proyecto de Escrivá respecto a los numerarios y agregados, es decir respecto a esa supuesta “vocación” es un proyecto fracasado, malogrado, y por ello irreformable. Por eso creo que el Opus Dei va a terminar siendo exactamente lo que son los Legionarios de Cristo: una congregación de sacerdotes laicos (tipo los oratorianos), unida a un movimiento laical formado por supernumerarios, y algunos "laicos consagrados" que, aunque no se llamen así, se dedicarán a lo mismo que los de su nivel en la “Legión de Cristo”: a dirigir y atender sus innumerables colegios renunciando en la práctica (nunca en la teoría) a sus pretensiones de ser laicos comunes y corrientes.
Un abrazo.
Castalio.
