Mi reencuentro con el zombi (II).- Books
Fecha Wednesday, 20 May 2009
Tema 010. Testimonios


Sí. Por un lado estaba la plebe, gente que tenía un trabajo normalito, su encargo apostólico, cumplidoras del horario del centro. Siempre en las normas en común, en las tertulias, celebraciones. Gente siempre disponible, aunque no siempre dispuesta, pero que eran los peones en aquel tablero de ajedrez, sin más pretensiones, sin coche, y que no sabían distinguir una tarjeta de crédito de un posavasos.

Por otra parte estaban las yupis, en un tanto por ciento menor. Trabajos top, absorbentes, con coche, cuentas bancarias, muchos eventos. Gente que aparecía y desaparecía de la casa, a la que nadie pedía explicaciones de sus salidas y entradas, ausentes en lo "común" y que vivían el espíritu de la obra adecuándolo a su  status. Nunca disponible para los marrones. Claro, con suculentos ingresos...



Yo no conocí a nadie con problemas psíquicos perteneciente a este segundo grupo, aunque sí a alguna numeraria que estaba como una cabra, pero esa es otra historia.

Las personas depresivas con las que yo me encontré pertenecían a la plebe y en su mayoría eran numerarias auxiliares, entre las que también existían diferencias.

Estaban las ya mayores, sacadas de sus casas muy jovencitas, por no llamarlas niñas, provenientes de aldeas o pueblos, con un bajo nivel cultural, nulo en algunos casos. Personas, ahora, con sesenta o setenta años y mentes infantiles. Entre éstas estaban las más suceptibles de  depresiones.

Recuerdo qué alegría me dio, una vez que me dijeron que iba a atender un curso de retiro de auxiliares. Yo pensé: "qué suerte, me voy a estudiar el  carnet de conducir". El curso de retiro terminaba el domingo y yo me examinaba el lunes.  No había pisado la autoescuela y había abierto el libro un par de veces. Así que la ocasión me pareció la ideal. !y vaya chasco! Los ratos que yo supuse que tendría libres para mí y mi estudio, los pasé clasificando, contando y repartiendo pastillas de todos los colores, formas y tamaños. Claro, suspendí.

Algunas de estas personas a las que me refiero, aunque en un principio formaran parte de este grupo, consiguieron abrirse la mente, por su manera de ser, por sus inquietudes, por su curiosidad.

Pachi era una de ellas, pero ésto lo he sabido ahora.

Cuando se fue, yo pensaba: !está loca! ¿qué va a ser de ella? ¿cómo va a salir de este estado tan lamentable? ¿de qué va a vivir, con quién, dónde?

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