Las autoridades federales del gobierno mexicano y las autoridades del ayuntamiento de la capital cerraron bares, escuelas, cines, tiendas, oficinas durante la epidemia de la gripe. Incluso el Cardenal Primado ordenó suspender la celebración de la Eucaristía en las iglesias, incluso en domingo, para evitar concentraciones humanas, focos de contagio.

 

La prelatura desoyó todas estas indicaciones y celebró un curso de retiro de numerarios multitudinario, donde, como todo mundo sabe, los oratorios son mal ventilados. Por si fuese poco, la iglesia de san josemaría en santa fe (el barrio más pijo de la ciudad) siguió celebrando misa entre semana para que "los de casa" pudiesen cumplir con la norma.

 

Menuda obedencia la de Opus, pero es que las normas son lo primero, incluso por encima del ministro de salud y del cardenal....

 

D. R.