Leo esta web desde sus inicios, me ha gustado mucho, y me ha ayudado mucho también.  Agradezco de sobremanera a Agustina por esta iniciativa y quiero decirle que gracias a ella, soy muy feliz. 

Doy infinitamente gracias a Dios por los momentos de paz, amor, alegría y cordialidad que estoy pasando en compañía de mi bonita familia. Me animé a escribir por primera vez al conocer los escritos de Salypimienta.

Yo fui una supernumeraria, y al igual que tú Salypimienta, estuve muchísimos años en la Obra,  soy del mismo país, y tenemos edades similares (muy probablemente nos conocemos y hemos de haber coincidido tanto en nuestra juventud como en nuestra madurez en retiros y convivencias, pero para nada quiero saber quien eres ni nada por el estilo).

Provengo de una familia sumamente conservadora y católica. Por lo que todo lo tocante a religión no lo aprendí en la Obra, sino directamente de mis padres.

No quisiera pasar a detalles, viví momentos muy bonitos dentro de la Prelatura, nunca tuve ningún problema con nadie, respeté a las numerarias y las llegué a querer muchísimo, y creo que más de una lo hizo también conmigo.

Siempre tomé muy en serio mi “vocación”, nunca me cuestioné nada, creía todo lo que me decían.  Creí que por boca de mi directora me hablaba Dios… Ustedes se pueden imaginar el grado de fanatismo y lavado de cerebro que tenía.

Soy por naturaleza intuitiva, y en varias ocasiones, debo de confesar que pensé que por atrás había algo más que yo no sabía, pero alejaba estas ideas de mi mente por considerarlas del enemigo.

Llegó el momento que tenía que suceder, porque la verdad es como el aceite que flota en el agua, puede tardar en salir si está atrapado, pero a fin de cuentas lo hace.

Me enteré que lo que yo platicaba en mi charla fraterna, se comentaba con las del consejo local y con el sacerdote y se ANOTABA¡¡¡¡¡

Esto fue para mí un golpe muy fuerte, quedé en shock, me escandalicé, me encolericé.  Al principio me lo negaron, pero terminaron aceptándolo. (Se me venían a la mente todas las preguntas que me hacían mis directoras, y que yo contestaba como un libro abierto, con la mayor ingenuidad sabiendo que era por mi bien y que ellas no se lo iban a contar a nadie…. )

Soy una persona muy radical, y esto no lo pudo permitir mi conciencia, me sentí ultrajada,  violada y burlada de la manera más vil. Con esto solamente mi conciencia me dijo: - ¡SALTE! -, en este lugar no te dijeron la verdad y ya no puedes estar.

Y un poco de tiempo después, cuando supe que la dirección espiritual en la forma en que se lleva en la Obra está PROHIBIDA por la Iglesia Católica, me dió mucho dolor y tristeza.

Yo me salí inmediatamente, tuve que tener humildad al reconocer que me habían burlado, y me dije a mi misma:  a empezar de nuevo sin la Obra, y me propuse nunca mentir, ni en las cosas más tontas y pequeñas.

Al principio si estuve muy molesta, pero a la fecha no guardo ningún rencor, y no dejo de reconocer que la Obra tiene muchas cosas buenas, pero con esto, lo echan todo a perder.

Como último comentario, Salypimienta, te respeto muchísimo, tus razones has de tener, y a lo mejor tienes otras razones más de fondo para permanecer así, solo yo te comento mi experiencia: que yo no pude ni un solo momento estar más. Solo de pensar que lo que yo le decía a mi directora lo iba a comentar después, ya nunca hubiera podido tener una charla fraterna.

Si a mí, cuando pité me hubieran explicado esto, probablemente no lo hubiera hecho.  No se vale tener estas prácticas cuando el interesado ni se lo imagina.

Como ya estaba al tanto de que al salirme de la Obra yo iba a ser algo así como una desertora, traidora y “mierda”, preferí tomar yo la delantera, cuando me saludan, saludo muy cortantemente porque mis padres me educaron a no ser grosera, pero yo saludar primero???? NO.

Al principio, sentí dolor al ya no poder ver a algunas numerarias que siento yo nos quisimos, pero dejé de pensar en eso, y al poco tiempo, ya ni me acordaba.

Que si me arrepiento de haberme salido?  Ni un día, ni una hora, ni un minuto, ni un instante!!!!!!

Con mucho cariño para los de adentro y los de afuera:

Azúcarycanela.