Quien no ama a su hermano…Comentario para Silver.- Dionisio
Fecha Monday, 27 April 2009
Tema 090. Espiritualidad y ascética


Querida Silver:

 

Antes que nada una cita:

 

“…pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve » (1 Jn 4, 20). Pero este texto en modo alguno excluye el amor a Dios, como si fuera un imposible; por el contrario, en todo el contexto de la Primera carta de Juan apenas citada, el amor a Dios es exigido explícitamente. Lo que se subraya es la inseparable relación entre amor a Dios y amor al prójimo. Ambos están tan estrechamente entrelazados, que la afirmación de amar a Dios es en realidad una mentira si el hombre se cierra al prójimo o incluso lo odia. El versículo de Juan se ha de interpretar más bien en el sentido de que el amor del prójimo es un camino para encontrar también a Dios, y que cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios”. (n.16 CARTA ENCÍCLICA DEUS CARITAS EST.  BENEDICTO XVI)

 

Parece que sobra cualquier comentario. Sin embargo, puedo contar algunas anécdotas, entre miles, para ilustrar desde mi experiencia personal, lo que dices sobre que en el lado oscuro te enseñaron a no querer a nadie.

 

Anécdota 1. Un joven numerario lleno de celo apostólico trató de reunir a un grupo de compañeros de la universidad para asistir a los llamados medios de formación de la labor de san Rafael. Un día uno de los directores me hizo jocosamente un comentario demoledor, escasa muestra de caridad a ese esfuerzo, porque entre los chicos que traía habían un ciego y un negro. Para mi vergüenza, he de añadir que yo no dije nada, pero quedé gravemente escandalizado.

 

Anécdota 2. Un joven brillante y virtuoso, amigo de dos supernumerarios, se resistía amable pero firmemente a participar en la labor de San Rafael y después en la de San Gabriel. Un día me confesó sus razones. Cuando estaba en la universidad, una noche de fuerte lluvia encontró su coche con una rueda desinflada. Sus dos compañeros y amigos supernumerarios no le ayudaron porque tenían que ir al círculo. Esto le dio al joven una clara idea de la clase de formación que imparte el lado oscuro. Comprensible.

 

Anécdota 3. Un hombre con más de cincuenta años, supernumerario durante más de veinte, viene a verme después de haber hecho la llamada charla fraterna. Estaba desolado porque estando en una terrible situación personal, con problemas económicos, familiares, de salud y de trabajo que comprometían su balance emocional, lo único que se le ocurrió al director es insistirle en el cumplimiento de las normas y la entrega puntual de la aportación, así como la asistencia a los correspondientes medios de formación. Las lágrimas caían a chorros de sus ojos para mezclarse con la baba de su boca, parece como si lo estuviera viendo. Entre sollozos me decía que no era justo que se le tratara así. Totalmente cierto. No era justo. Escuché empáticamente sus gemidos. Nos fumamos juntos unos cigarrillos y le dejé seguir su vida. ¿Hice algo más? No. Dionisio, avergüénzate. Me avergüenzo.

 

Nada más por hoy.

 

Un abrazo para todos. Especial y simbólicamente para los protagonistas de estas anécdotas, breve muestrario de la disminuida caridad fraterna del lado oscuro. ¿Será verdad que aman a Dios? ¿Serán capaces de enseñar a otros a amar a Dios?

 

Más abrazos.

 

Dionisio, desde el Areópago con amor.

 

P.D. Emevé: No me he olvidado que te debo una anécdota de mi hijo.









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