La fuerza de la emoción estética.- Carocha
Fecha Wednesday, 22 April 2009
Tema 010. Testimonios


Querida Maripaz,

 

me encantó tu “Como empezó a interesarme la música clásica”. Te entiendo perfectamente, creo. Perdona que te escriba esto, pero me apetece mucho. :)) Cuando yo era numeraria, tuve que impartir variadísimas clases particulares para “mantenerme” porque mis padres, que siempre respetaron mis decisiones, no me pagaron nunca mi vida en el opus,  ya que, con entera razón, les parecía una cosa absurda e inexplicablemente cara. Tenía que desplazarme a casa de algunos de los alumnos, los que pagaban mejor (y con todo eso dejé de tener tiempo para estudiar: un caos). En uno de esos años, el invierno fue muy frío y longo. La primavera llegó finalmente, con muchísimo calor en tan sólo un par de días, como sucede muchas veces por aquí. Y fue así que, camino de una de esas benditas clases, me deparé un día súbitamente con un muro de piedra recubierto de flores de buganvilla rojas, que la víspera todavía no estaban allí. 

 

 

No imaginas el efecto devastador que aquello me produjo. Cuando hoy pienso en aquellos años grises (a mí, la “vocación” nunca me llenó, ni me alegró, ni nada de semejante), ese muro antiguo de piedra, con la luz líquida del mar y las flores muy frescas y muy rojas, es una  imagen completamente decisiva. Como seguir en el opus, después de ese muro? Ese muro no era explicable dentro del opus. En el opus, como me dijeron en la “charla”, se trataba de una cosa que tan sólo servía para “entregar”.  Pero eso no tenía el menor sentido, porque la historia del muro :)) era precisamente una de las mejores historias entre Dios y yo: “entregar” qué, a quien?

 

 

En la introducción de un libro de memorias que estoy leyendo, el autor escribe que la verdadera Historia de los hombres no está escrita, que va siendo escrita poco a poco, aquí y allí, en las entrelíneas de otras cosas, y que es necesario un tipo especial de atención para no perderla. Lo que cuentas sobre tus conciertos de piano por la noche (qué envidia, qué envidia! :)) es exactamente eso: una parte emocionante de nuestra historia real. Como te imagino! Son cosas de esas que finalmente nos salvaron, creo, porque, mirando hacia atrás, fueron ventanas de belleza absoluta que se abrieron inesperadamente, y que nos hicieron intuir indeleblemente que existían otros mundos fuera del opus, y que Dios nos esperaba allí. Y aquí estamos.

 

Besos,

Carocha









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