PENSANDO EN ALTO - Silver
El domingo pasado asistí en la catedral de Madrid a una multitudinaria y variopinta misa por ser la fiesta de la Divina Misericordia. ¡Qué diferencia con las del 26 de junio!, todo tan milimétrico, la vergüenza de no haber conseguido un amigo y tener que ir con alguien del centro, la uniformidad en el vestir, en el comportamiento, la alegría fingida, el pavoneo del que va con un pitable, el coro perfecto, el exceso en la categoría y colorido de las flores para marcar diferencias...
Pero lo que me ronda por la cabeza es otro tema:
En la obra me han enseñado a tratar y a querer de una manera muy íntima y personal a Dios y eso lo voy a agradecer toda mi vida pero, a la vez, me han enseñado a no querer a nadie, ni a mi familia ni a las personas que tenía cerca ni a los que estaban lejos, ni a la gente de la obra ni a los que pertenecían a otros grupos religiosos, ni a mi misma, en fin...a nadie. Y esa es ahora mi asignatura pendiente.
Sinceramente no me explico cómo se consigue esa gran incoherencia y me pregunto ¿seré un pequeño monstruito? En fin, seguiré pensando en el sorprendente fenómeno y procurando que cada día los demás y yo, tengamos más cabida en mi corazón.
Saludos
Silver