Para Francisco J Mójica y Austral: unas respuestas.- Daniel_M
Fecha Monday, 13 April 2009
Tema 900. Sin clasificar


A Francisco José Mojica:

Te felicito por tu conversión, después de casi 40 años de apartamiento del Señor. Comprendo que estés agradecido a la Obra por facilitarte esa conversión. Como es de bien nacidos, ser agradecidos, entiendo tu defensa apasionada de la Obra. No dudo de que la Obra hace cosas buenas, como fue facilitarte tu conversión. Pero también hay en ella, algunos aspectos criticables y mejorables como institución. Ambas facetas (lo bueno y lo mejorable) pueden perfectamente coexistir.

Respecto a tu carta, a mi nunca se me ocurriría decirte que esos casi 40 años de apartamiento de Dios fue porque “te quedó grande” la Iglesia, o el mismo Jesús. Aunque algunos podrían pensar de ti exactamente lo mismo que tú has expresado en tu carta. Ahora tienes el resto de tu vida para desagraviar, reparando ese alejamiento y tu maltrato al Señor de tantos años y tratándole como el Amigo, Hermano, Padre, y Amor de los amores que es. Y, de paso, aprendiendo a tratar a sus hijos (incluidos ex-miembros del Opus Dei) como hermanos.

Sospecho que no leerás ninguna de las cartas que se publicarán en respuesta a la tuya, ni la mía. Así que seré breve. No hay que confundir las palabras con la realidad. Tu afirmación de “se les quedó grande la Obra”, no es más que un punto de vista. Una visión parcial y limitada de la realidad de la gente que fue de la Obra.

En esta web hay numerosos testimonios de ex-miembros. Cada uno de ellos también es una definición parcial de esa realidad que es la Obra. Hay bastantes coincidencias en muchos de esos testimonios, lo que indica que esas coincidencias se acercan bastante a constituir parte de la verdad de esta institución. No creo que sea verdad tu opinión “se les quedó grande”. No me parece que sea el fruto del examen detenido de esos testimonios ni de un conocimiento experiencial interno del Opus Dei. Me temo que no pasa de ser una ocurrencia que no se fundamenta en nada.

Te deseo que sigas mejorando en tu trato con Dios, que también implica la mejora en el tono y forma de exponer tus ideas a los demás. Que la Paz de Cristo sea contigo.

A Austral:

En general, no estoy de acuerdo con los extremos de tu último escrito sobre la discusión entre quienes carecen voluntariamente de fe y los que nos relacionamos con Alguien, al que llamamos Dios (y añado, Él se pone en contacto con nosotros, por eso hay relación). Tampoco me parece cuestión de felicidad personal, sino de cual es la verdad.

Lo común tanto para el creyente como para el ateo es que morirán un día. Hay dos posibilidades teóricas respecto a la muerte: 1) que tras ella nos encontremos con Dios o 2) que no haya nada. Si el ateo tiene razón, todos tras la muerte desapareceremos como una nube de humo. Si el creyente tiene razón, para los creyentes comenzará tras la muerte su relación de amistad con Dios, cara a cara. ¿Y para los ateos?

Aunque ambos vivan “felices” en su vida terrenal, con sus elecciones tan irreconciliables, al final sólo una de las dos será la correcta. Mi pregunta a Austral y otros tan “felices” de su opción de increencia ¿Qué os pasará si la opción correcta es que hay Dios?

Nota 1 para matizar la posible respuesta: Parece ser que Dios no sólo se ha limitado a crearnos por amor -amor es la voluntad que quiere el bien ajeno, la vida esencialmente es un bien. Sino que también ha expresado que será justo con cada hombre y le dará a cada uno lo suyo. Respetará nuestra libertad de opción en la vida y dará a cada uno las consecuencias de la opción que haya escogido. El que quiso ser su amigo en esta vida, lo será en la otra, pero cara a cara con Él. Quien lo ignoró en esta (tanto intelectual como vitalmente) en la otra estará absolutamente apartado de Él. Él es un “caballero” y no impone su presencia ni su trato a quien no le quiere.

Nota 2: Otro matiz, parece que lo que hay después de la muerte, es de una radicalidad extrema. Todo lo bueno, todo el bien, se encontrará en grado infinito en esa relación de amor con Dios, cara a cara. Y toda la ausencia de ese bien -o sea, lo malo- se encontrará en el absoluto apartamiento de Él.

Nota 3: No vale la pseudo-opción del agnóstico, que no se moja ni con una postura ni otra. Hay que aclarar que el agnóstico solo es un ateo (tanto en el intelecto como en la voluntad) que se esconde tras una apariencia de “fe”, que no es tal. Pues la fe sin obras, es decir que no moviliza a la voluntad no es fe, sólo es un dato intelectual. Y la "justicia" final será por lo que la voluntad haya realizado.

Atentamente, Daniel_M.









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