Descubrimiento de la obra (VIII).- Oldie
Fecha Monday, 13 April 2009
Tema 010. Testimonios


Días después del círculo en el que comentaron que se había salido de la obra una señora, la misma persona que lo dijo me habló por teléfono. No se si fué para ver si yo hacía algún comentario al respecto, pero en realidad el resultado de esa llamada fue para decirme que necesitaba tener más entrega e ir a los retiros anuales y las convivencias a las casas que estaban fuera de la ciudad.

Lo que le dije fue que en realidad yo iba a la obra no para que me pusieran un punto de asistencia, sino porque me nacía y porque quería hacer las cosas por Dios mismo y no por alguien más. No me contestó nada, pero cuando tuve otra vez la charla, bien que sabía esta otra supernumeraria lo que había platicado con la otra persona y ahí comprobé que no tienen corazón y mucho menos "delicadeza" en el trato con las personas ya que empezó a gritarme cuando no le respondía como ella quería que lo hiciera...



Me tuve que contener con mucho esfuerzo y a todo lo que ella me exigía que hiciera con respecto al plan de vida y mis oraciones, le dije que sí, pero ya no me pude contener y me puse a llorar porque me sentí con una impotencia para responder todo lo que yo oía y que no era justo. Ellas siempre repetían que el plan de vida se hace conforme mis necesidades y mis tiempos, pero la supernumeraria quería que yo fuera a misa en la mañanita porque ella así lo hacía y le resultaba bueno o sea que como ella llevaba su plan de vida, yo también debía hacerlo igual. De plano no pude contenerme y se me salieron las lágrimas por lo injusta que estaba siendo y porque había ido otra vez al doctor y me volvió a repetir que estaba muy presionada y debía tomarme un descanso porque me afectaría más al corazón.

Le dije a la supernumeraria lo que me dijo el doctor y se quedó callada, pero no dejó de presionarme para que fuera a los retiros fuera de la ciudad. Al ver que estaba llorando, hizo una pausa a sus gritos (que por cierto se dieron cuenta varias personas de ahí) y ni siquiera fué para disminuir el tono de su voz y mucho menos para darme una disculpa.

Todo el tiempo hablaban de la "pobreza", que no debíamos tener demasiadas cosas superfluas y que lo que diera a la obra, en el sentido de la aportación, Dios lo regresaba al 100 por uno. Pero en lo que más hacían énfasis era en que debería dar mucho más de lo que daba. En realidad no era una miseria y por supuesto que más no podía dar, pero para ellas era muy poco. 

Pero eso sí, todas las numerarias que vivían en ese centro, estaban muy bien vestidas y con ropa de marca. ¿Esa era la pobreza que vivían?.

En un retiro, el sacerdote habló acerca de las relaciones conyugales, y como por desgracia esa vez me tocaba mi charla, la supernumeraria me preguntó: ¿cómo estan tus relaciones íntimas con tu marido? le dije.-bien, por qué? Y me contestó: estás segura?, por supuesto- le dije-. Como vió que no podría sacarme más información, ya no dijo nada, pero me incomodó mucho ese tipo de pregunta que nunca me había hecho antes. Y por supuesto que no me iba a poner a decirle absolutamente nada, para mí eso es algo muy íntimo y con la referencia que tenía de que todo se dicen, menos.

Pasaron varios círculos en los cuales una supernumeraria dejó de ir, hasta la cuarta o quinta vez que fuí nos hicieron el comentario de que esta persona se encontraba muy enferma y como era sola, no había nadie quién la cuidara y mucho menos podía sostenerse en pie porque su enfermedad venía de la cadera.

Estuvieron hablando varias señoras de mi círculo poniendo excusas para no ir a verla y me dió mucho coraje, porque yo les dije que iba a verla y me dijeron que no era posible, porque era mejor que rezaramos por ella y punto. Esa es la enorme caridad que se vive en la obra.

Mi hija se casó por la Iglesia y se lo comenté a la supernumeraria con la que hacía la charla y se puso muy contenta y ahí quedó, según yo.

En un descanso del retiro mensual, se me acercó la directora para felicitarme porque ya sabía que mi hija se había casado por la Iglesia, le dí las gracias y me dijo:

-Ahora sí PUEDES traer a tu hija a un retiro mensual.

Ya no pude más, a mí que me digan o hagan lo que quieran, pero con mi hija no se metan. Con ese comentario descubrí que mi hija estaba como apestada para ellas y que no se merecía ni siquiera que la nombraran antes de que se casara por la Iglesia. No es justo.

Comprendí que yo no servía para estar en un lugar en el cual me querían controlar de todo a todo. Sentí que juzgaron a mi hija y de eso yo tuve la culpa por haberselos dicho.

Empecé a conectar y repasar todas las cosas que me habían pasado y supe que había muchas incongruencias en todo lo que decían con lo que hacían y ya no me gustó.

Lo malo de todo esto es que me sentí con culpas porque estaba fallandole a Dios al no querer regresar a la obra, me ponía en el plan de que yo tenía la culpa de todo y que lo que pensaba y sentía era porque me estaba tentando el diablo.

Fue una semana muy pesada para mí y más porque no tenía con quién hablar y llegué a sentirme sola, sin apoyo y sobre todo no sabía cómo poner en palabras lo que estaba sintiendo, estaba desorientada por completo.

 

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