Descubrimiento de la obra (VII).- Oldie
Fecha Wednesday, 01 April 2009
Tema 078. Supernumerarios_as


Mi hija se casó por lo civil antes de que naciera su bebé y se fué a vivir con su esposo a otro lugar, lo que significó que tenía un poco más de tiempo para asistir a los retiros el tiempo completo ya que no lo hacía anteriormente porque debía atender a mi familia.

Y empecé a sentirme mal por estar tanto tiempo en el retiro o en el retiro anual al cual asistí al centro casi toda la semana, porque nunca fuí a los retiros anuales fuera de mi ciudad y mucho menos por días enteros. No es que no quisiera, sino que no contaba con el dinero suficiente para ir y mi esposo tampoco veía con buenos ojos que me fuera tantos dias...



Estuve a punto de desmayarme en dos ocasiones y esto no lo podía entender, sin embargo la comparación que puedo hacer es ésta: como estar debajo del agua reteniendo la respiración mucho más tiempo del que se tolera, lógico que al salir del agua, se sale con desesperación tratando de jalar el aire limpio, así me sentía cada vez que iba al centro y se tardaban más del tiempo debido.

Lo comenté con el sacerdote y sin darme un consejo o una respuesta me mandó con la persona que hacía la charla, le daba vueltas al asunto esta persona y no lo tomó muy en serio porque me dijo que tomara las cosas con calma, que de todo lo que se decía en los retiros o círculos, tomara sólo una cosa para ponerla yo en práctica.

Así lo hice, pero entre más lo pensaba, más lejos me sentía del propósito que me llevó a estar en la obra, Dios, y no es que no creyera en El, sino que ya no tenía esa entrega ni las ganas de seguir oyendo tantas palabras repetidas en el sentido de la pureza, obediencia, castidad, entrega y todo lo demás.

Era como un martillo en mi cabeza que taladraba todos mis pensamientos, me volví muy obsesiva y observadora conmigo misma, exigente, minuciosa en todos los detalles de mi casa, de mi entorno y de mis parientes. Sentí que era la indicada para meterme en su manera de vivir y corregir su estilo de vida, pero nunca se los dije, sólo los miraba y sacaba en conclusión que yo era la perfecta y que me estaba volviendo una persona superior a ellos.

Qué mal estaba, de todos modos sentí una crísis dentro de mí que no sabía lo que tenía, pero aún así seguí llendo a la obra.

Un día nos dió el círculo una nueva señora, creo que era numeraria, tenía un estilo diferente de hablar, pero no me gustó la manera con que trató a las personas de mi círculo.

Como dije anteriormente, todas ellas son personas mayores, cuando daban el círculo o cualquier otra cosa, algunas dormitaban y otras de plano se dormían, o no oían bien y cuando les hacían alguna pregunta, contestaban otra cosa. Yo las tengo en buen concepto, pero en ningún momento las traté con indiferencia como lo hizo esta numeraria y mucho menos con esa intolerancia a querer repetir algo que ella dijo porque no oían las demás señoras.

Lo mismo pasaba con una persona que vivía en el centro y que es de lo mejor, siempre que me veía me trataba muy bien, (aunque ahora sé que era fingido) pero la directora y la persona con la que hacía yo la charla la veían con impaciencia porque ya era grande y todos los encargos, por así decirlo, ya se los habían quitado, creo que tenía demencia senil, pero ella no dejaba de sonreír todo el tiempo.  Esa vez la directora le dijo con voz muy cortante que era mejor que se retirara a su cuarto y dejara en paz a las señoras del retiro. Y no dije nada.

Una vez tuvimos una plática después del retiro con una señora que era de la delegación y me puse a observarla y me incomodó su manera de hablar y actuar. No me estaba transmitiendo lo que ella quería que sintieramos "el amor a la obra", "la entrega incondicional", "el proselitismo", "la lucha por que pitaran las 500" etc. etc., salí muy incómoda porque casi casi nos toman los nombres de cada una para obligarnos a llevar señoras al centro para que pitaran.

Ya para entonces me sentía físicamente muy mal, al grado de que tenía enfermedades que jamás pensé que tendría, iba al doctor y todo el tiempo me aconsejaba que me calmara porque estaba muy nerviosa y alterada, pero como no lo sacaba ni decía me hacía más daño. Como es logico, no hice ningún caso, porque según yo estaba muy bien y no me sentía como el doctor decía. Y seguí yendo al centro.

En un círculo que nos dieron, antes de empezar, la supernumeraria que daría la clase, nos dijo que rezaramos por la persona que acababa de salirse de la obra, "porque se va a ir al infierno" eso dijo.

Yo creo que abrí la boca a todo lo que da y ella me miró, luego quiso componer lo que dijo diciendo: "bueno esperemos que no se condene" por eso hay que rezar mucho por ella. No mencionó su nombre y ninguna preguntó quién era, sin embargo ahí sí que ya no me gustó lo que escuché y me sentí muy mal, al grado de ya no poner atención a lo que ella estaba diciendo en el círculo.

Sentí que ella no era nadie para decidir si esa señora se iba a ir al infierno o no, con qué derecho se creía? era la enviada de Dios para señalar quién se salvaba o no? Ni ella ni nadie de la obra tenía esa potestad para augurar lo que le pasaría a esa señora que se fue de la obra, ahora sí que estaba verdaderamente enojada, bueno, más que eso. Toda esa semana me revoloteó ese comentario en la cabeza y por más que quería defender a la obra, mi sentido común me ganaba más y no lo aceptaba ni lo acepté nunca.

Oldie 

 

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