“El pasado 5 de marzo de 2009, el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Tarsicio Bertone, impuso al empresario José María Ruiz-Mateos la medalla de Caballero de la Orden de San Gregorio Magno, que le fue concedida en 2008. Durante el acto, que tuvo lugar en Roma, también se le hizo entrega del correspondiente decreto que lo acredita, firmado por Benedicto XVI. La condecoración entregada a Ruiz-Mateos es la máxima distinción y reconocimiento que otorga la Santa Sede a un laico por su contribución y ayuda a la Iglesia”.

En la web se ha publicado la historia de cómo fue expulsado José María Ruíz Mateos del Opus Dei. Yo solo reproduzco esta noticia, publicada recientemente, como una de esas paradojas de la Vida. Dejo de lado polémicas sobre el personaje y su actuación pública y mi opinión sobre él. Solo me centraré en esta paradoja vital.

El que fue acusado públicamente por la Oficina de Prensa de la Prelatura de incumplir sus compromisos formativos, y que tras su expulsión del Opus Dei  “había muerto” (espiritualmente); siguió adelante como cristiano, siendo su servicio a la Iglesia de suficiente envergadura como para que la Santa Sede se lo haya reconocido en un acto de relieve.

Valga este hecho como muestra que lo que dice la Obra “no va a Misa”; que su palabra no es la “verdad” ni para el presente ni para el futuro de nadie. Y que es la providencia la que tiene su última palabra. Y acaba poniendo las cosas en su sitio. También sucedió con Miguel Fisac que pese a la postergación profesional promovida por el Opus, consiguió su reconocimiento en vida con el Premio nacional de Arquitectura.

La vida es así. Algún día saldrá a la luz, la forma real de ser y actuar de ciertos niveles de miembros de esta Prelatura. Mientras tanto, hay que desprogramarse de sus teorías; volver a los verdaderos principios cristianos; vivir como lo que Dios quería y quiere que seamos: cristianos. En cuanto al comportamiento de la Prelatura con tantos ex-miembros, que muchos fieles conocen –aunque la Jerarquía ni se entera o hace que no se entera- hay que confiar en que el Señor hará justicia, dando a cada uno lo suyo.

Como ha hecho con Ruíz-Mateos. Justicia poética, el humillado por el Opus, homenajeado por la Iglesia.

Daniel_M.