Atomito:

Que yo sepa la especie homo sapiens posee corporalmente cabeza, tronco, dos brazos y dos piernas. Y esto tanto ahora como hace 40.000 años, tiempo que se estima apareció en el planeta Tierra. Sin duda el conocimiento del funcionamiento del cuerpo es ahora muy superior que al comienzo del caminar prehistórico del homo sapiens; pero no cabe duda de que siempre nuestra especie fue consciente -al menos- de tener cuerpo.

En esos 40.000 años, muchos hemos tenido experiencia de la existencia de un Ser Superior, al que llamamos Dios. Le hemos buscado y tratado en cualquier época y lugar. De diferentes modos e incluso con muchos errores, pero siempre con el mismo fin: relacionarnos con Él. Y eso independientemente de la cantidad de conocimientos sobre nuestro cuerpo o el universo. Y lo hicimos así porque tuvimos experiencia de Él.

Lo triste, en cualquier época, es que un ser humano anteponga su pequeña voluntad a la realidad; que establezca como criterio determinante de lo existente su propio entendimiento limitado; que cierre su mente a todo aquello que sus ojos o sentidos no le muestren, acotando lo real como si fuera el “creador” de la realidad.

Penosa es la actitud del ser humano que toma su intelecto y sus sentidos como medida del Universo. Con seres humanos así, jamás el homo sapiens habría salido de las cavernas, ni establecido civilizaciones. Hubiese bastado con adoptar el criterio de limitar lo posible a lo que simplemente ya conocían: la gruta.

Atomito, por eso te fuiste del Opus Dei. Antepusiste tu voluntad a la realidad espiritual que te mostraban y no aceptaste sus palabras. Tú no quisiste aceptar otra realidad distinta que aquella a la que tú determinaras su existencia. Te escuchaste sólo a ti mismo y, finalmente, tu decisión fue eliminar lo espiritual. Te has limitado a lo que puedes captar por tus sentidos. Y en esa actitud estás. Riéndote, además, de aquellos que no han adoptado tu penoso error intelectual.

Kaiser:

Te va mejor el apodo del sucesor de Guillermo II. Tu carta es la demostración de la veracidad de dos ideas éticas:

1º.- “de lo que abunda el corazón, mana la boca” (¿te suena de algo?)

2º.- “eres ocasión de lo mismo que acusas a los demás”.

No te confundas, tus palabras te definen sólo a ti y a nadie más.