Las cosas pequeñas en las comidas (Foto por Atomito)

Hace poco vi un film ambientado en las primeras decadas del siglo XX, llamado “Ragtime”. Aparecía en una escena, una familia aristocrática sentada a la mesa. El jefe de la familia hacía sonar una campanita (exactamente igual a las que se usan en los comedores del Opus) para que la sirvienta, vestida exactamente igual que las numerarias auxiliares, sirviera la comida a los comensales, en silencio, y sin mostrar ninguna emoción (exactamente igual como sirven las auxiliares).

Entendí entonces una de las peculiaridades del Opus que siempre me llamaron la atención. Como yo no relacionaba con nada la historia de la campanita y de las sirvientas sirviendo la mesa vestidas con delantal y sin abrir la boca, siempre creí que habia sido una revelación original de Dios a San Escrivá. Pero parece que Dios en realidad no lo inventó él mismo, sino que se lo copió a los aristócratas de principios del siglo XX (bueno, quién sabe desde cuando los aristócratas tenían esa costumbre).

Los que pasamos por el Opus, sabemos que ciertos temas, que en principio cualquiera los considerarIa secundarios, como es la decoración de los centros, la forma de servir la mesa, el tener que pedir autorización al director para encender un televisor, etc., son importantísimos para la obra. Según Escrivá, el día que sus miembros dejen de vivir las cosas pequeñas, el Opus habría muerto. De modo que algo tan superfluo como es la forma en que se sirve la comida en un comedor, tiene que hacerse exactamente de la forma que el fundador dijo (es decir, como Dios se lo reveló), porque sino, habría muerto el Opus Dei.

Es interesante ver, como la mentalidad de un cura del siglo XX, que admiraba los símbolos de clase y de status, se convierte en la expresa voluntad de Dios para sus ciegos seguidores. Esto hace que al pasar el tiempo, el Opus, que supuestamente llegó con un siglo de adelanto, se quede anclado en formas y símbolos que han perdido su significado y que hoy pueden resultar ridículos. A veces se debate en OL sobre la posibilidad de cambio del Opus. Cómo podría un prelado ahora, cambiar la institución absurda de la vocación “numeraria auxiliar”, sin tener que arrancar decenas de páginas de la historia oficial de la obra? Cuando el Opus eran 15 personas, quizás era factible, pero hoy sería muy complicado.

Si comparamos con las parábolas y sermones de Jesucristo, que son bastante más antiguos que las inspiracionces divinas de San Escrivá, es realmente impresionante ver como mantienen su vigencia, mientras que las revelaciones que recibió Escrivá, en solo un siglo, ya se empiezan a ver completamente obsoletas.

atomito