No quería opinar sobre el debate hasta no verlo. Ya lo me lo descargué en Internet y pude verlo íntegramente.
Como esperaba, el espectáculo fue lamentable (seguramente excepto para la cadena de televisión, que no lamentará los pingües beneficios que le habrá reportado la audiencia).
No dejaban de extrañarme las alabanzas que aquí he leído a algunos de los participantes en dicho debate. Concretamente a María Antonia Iglesias y Jorge Vestringe.
Pero vamos por partes, que diría Jack el destripador. Empezaré diciendo que sólo hubo una persona que se comportó con educación y supo mantener las más elementales normas del respeto: Agustina. Quizá también Paloma Gómez Borrero. Los demás interrumpían, hacían ironías de mal gusto, cuando no insultaban directamente a partir de prejuicios, abusaban de los argumentos ad hominem… Desde el punto de vista formal, lamentable.
En cuanto al contenido de las intervenciones. Sinceramente, yo no quiero ir de la mano de quien compara la Iglesia católica con el nazismo y al Opus Dei con las SS (esto es, Jorge Vestringe). Y no lo hizo una vez sino varias, dando a entender que no quería establecer una lejana analogía, sino un paralelismo estricto. No estoy dispuesto a discutir sobre una afirmación tan descabellada. Lo siento. Decir que la doctrina de la santificación del trabajo le recuerda al “Arbeit macht frei” (El trabajo te hace libre) de los campos de concentración, es una afirmación de bachiller adolescente. Sinceramente, pienso que al señor Vestringe, en su accidentado viaje desde el PP a la izquierda más extrema de IU, se le ha ido la olla. Ahora se dedica a ir defendiendo a Hugo Chávez allá por donde va, y a establecer sus dogmas políticos más variopintos.
La señora María Antonia Iglesias es conocida por el respeto que demuestra (ninguno) hacia los compañeros de cualquier debate en el que participa. Y son muchos. Interrumpe continuamente, ridiculiza, es capaz de defender una cosa y su contraria en el mismo debate con tal de llevar la contraria a quien no es de su facción ideológica… Los españoles conocimos muy bien en la época de Felipe González lo que es un paradigma de manipulación informativa en su etapa de TVE. Su insistencia en que Ruiz Mateos es un delincuente para echar por tierra la intervención laudatoria de Cuca Gª Vinuesa, me pareció patética.
De lo único que parece que estos dos personajes podían decir algo interesante es de haber conocido a ex miembros con secuelas psicológicas, lo cual es normal que les lleve a pensar que algo no funciona bien en el OD. Pero no creo que posean el conocimiento suficiente para un análisis medianamente serio.
Cuca García Vinuesa y la cooperadora (no recuerdo bien su nombre) conocen la Obra de cerca… pero desde fuera. En ese sentido, aparte de lo inapropiado de las formas (llamar a Agustina rebotada nada más empezar me pareció totalmente fuera de lugar), sus posiciones me parecen normales. Porque desde fuera es difícil conocer los aspectos a mi juicio más criticables del Opus Dei.
Agustina cayó en la trampa de entrar al trapo de las interrupciones. Ello, unido a que ella no utilizaba la misma praxis, le impidió decir las cosas que seguramente hubiera querido decir. Tengo la impresión de que no comparto todas sus opiniones, pero desde luego estoy de acuerdo en que lo del cilicio y las disciplinas no sirve más que para despistar respecto de lo que sí pueden ser auténticos problemas. Por cierto, patética también la presentadora enseñando el cilicio-cinturón de cuero, y el presentador en algunos momentos, como cuando repitió “sin despeinarse”, “ajá, el método bilingüe” cuando la cooperadora le hablaba de los métodos naturales de regulación de la natalidad y mencionó el método Billings.
En fin, que una vez más se demuestra que en este país, en las principales cadenas de televisión, es casi imposible hablar de algún tema con seriedad y un mínimo de rigor.
Savonarola
