El cebo de la obra. Estoy de acuerdo con Juanco.- Patton
Fecha Wednesday, 11 March 2009
Tema 010. Testimonios


Estoy completamente de acuerdo con Juanco. El cebo que utiliza la Obra es, precisamente, hacerse pasar por la única salvaguarda de la Tradición, incluso por encima de la Iglesia. Yo he oído en más de una ocasión que sólo los colegios de Fomento son de garantía, o que la mayoría de los sacerdotes ajenos a "Casa" son de dudosa doctrina.

En cambio, es fácil apreciar como ellos en realidad son revolucionarios y heterodoxos en varias cuestiones. Por una parte, en las que menciona Juanco sobre el desprecio a la patria potestad sobre los hijos. Toda institución que rompe la familia es contraria al Magisterio de la Iglesia.

 Por otra parte, son heterodoxos en la endogamia desquiciante en la que viven sus miembros. Se ocupan demesuradamente de captar gente, aún cuando éstos sean fieles a la Iglesia,  frecuenten los Sacramentos y tengan prácticas de caridad. Son preferiblemente captados católicos convencidos y se les pone un cerco para que rompan todo contacto con el resto de la Iglesia. Un cerco sutil, pero que se nota fácilmente. Así, se pretende que la vocación a la Obra imprime carácter y perdura para toda la vida (asemejándola al Sacramento del Orden), que al ingresar se ha iniciado un camino seguro de salvación y santidad; y que los directores laicos están en gracia de estado para llevar la dirección espiritual, pero nadie explica de dónde viene esa gracia de estado. No es de la Iglesia, sino que viene de la propia Obra, de forma que la Obra pasa así a ser fuente de gracia, sustituyendo a la propia Iglesia.

Además, caen en un voluntarismo pseudo pelagiano, proveniente de la soberbia que, de forma suave, va calando en los miembros de la Prelatura. Ser de la Obra supone estar ya en camino de santidad (una "catapulta para la santidad", en expresión típicamente cursi de la institución), de modo que ya se puede ser santo porque sí, porque hacer el plan de vida y tratar con mucho cariño a Dios lo garantiza. Lo que ocurre entonces es que la voluntad sustituye a la humildad y la gracia como causas de santidad. No se enseña a los miembros del Opus a ser humildes ante Dios. Se les puede machacar dentro de la comunidad si no responden a las directrices dadas, pero en el trato con Dios el ser miembro de la Obra da, parece, derecho a subir muchos escalones y tratar a Dios con la confianza del que se sabe (se cree) santo y salvo. En cambio, si abandonas tu vocación, aún cuando sigas siendo fiel a la Iglesia, ya aparece un factor no escuchado hasta entonces: el infierno, la condenación y el juicio particular ante Dios. Ya no es la fe y la fidelidad a Dios y la Iglesia, ni la Caridad las que llevan a la Salvación del alma, sino la vocación a la Obra.

Estos aspectos, a los que se pueden añadir otros, como el régimen totalitario que se entromete en el fuero interno de las personas, hacen al Opus un enemigo de la Tradición de la Iglesia. De hecho, cuando hay confianza, es fácil escuchar críticas a la Obra por parte de sacerdotes tradicionalistas (como cuenta Juanco que le pasó con un lefebvriano). La Tradición católica considera inviolable el fuero interno de la persona, mientras que el propio Escrivá decía que había que meterse hasta el fondo en la vida de las personas (en su conciencia), y así se recomienda aún hoy en la institución, siendo el intrumento predilecto para ello la aberrante dirección espiritual que emplean.

Ciertamente, la Obra tiene muchos rasgos de sectas gnósticas y judaizantes: la endogamia y la exclusividad, la soberbia de creerse santos a voluntad, el gusto por todo lo material y el manejo del mundo (disfrazado de santificación del mundo), el formalismo, la ambigüa intención de "espiritualizar lo material y materializar lo espiritual", con lo que lo material pasa a ser un vehículo de santificación, etc.

Ah, y sobre la formación teológica que dan, es floja, floja. No la ascética, pero ésta no tiene mérito porque es una simple recopilación de prácticas tradicionales unidas al antojo del fundador. Eso sí, fallan al pretender aplicarla tan ascética de manera uniforme en todos los individuos, sin calibrar cómo es cada persona.

La formación no es tomista, ni mucho menos escolástica. Es más, la Escolástica como método de pensamiento es imprácticable en la Obra, pues en esta institución no son sólo indiscutibles las verdades de fe, sino también todo lo accidental y contingente, de forma que es imposible que jamás se de en la obra una discusión propiamente escolástica. A Santo Tomás lo conocen sólo para lo que les interesa, y lo ignoran para lo que no les interesa. Igual que con la Tradición católica. Dicen defenderla, pero cuando se la saltan en asuntos graves, se debe al famoso "espíritu de Casa", el cual justifica todo. Incluso para ignorar la Voluntad de Jesucristo y la Tradición de Su Iglesia.

Patton









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