Traduciendo a otros idiomas: comentario al escrito de EMEVE.- Armando
Fecha Monday, 09 March 2009
Tema 040. Después de marcharse


He leído con atención el último escrito de Emeve publicado el día viernes 6 de marzo del año en curso, gracias al cual he ido al artículo de Atómito y el de Isabel Sala. Me detendré a comentarlos centrado en el primero de los mencionados, no sin antes felicitar a Emeve por colocar sobre la palestra este tema y a Isabel por sus comentarios y por la educación que ha demostrado en su última entrega.

 

Discutir sobre la preponderancia de la ciencia a estas alturas de los tiempos, es retrotraernos a los planteamientos decimonónicos que han sido desmontados por la misma historia de la humanidad en el siglo XX y lo que va de este. Circunscribir todo a la ciencia pura y dura, atribuir a ella la única objetividad del conocimiento y desechar lo que no entre por la estricta razón, lejos de alcanzar una certeza en cuanto al resultado de tal análisis, deja sin cabeza el sentido mismo de la sociedad en general y la vida de cada uno de los seres humanos en particular...



Escribo esto desde mi postura de profesional de las ciencias sociales, no esgrimo tales argumentos como experto, porque pienso que para llegar a eso me falta muchísimo, pero si desde la experiencia misma de esas ciencias y en particular de la Historia y la Antropología Social.

 

En las ciencias sociales es imposible hablar de certeza en el plano que a veces logro intuir en los escritos de Atomito, en los cuales descarta todo lo que no entre en el ámbito de lo estrictamente objetivo. La objetividad en las ciencias sociales radica precisamente en la variedad de matices que un fenómeno social presenta y de la diversidad de construcciones teóricas – metodológicas, necesarias para llegar a categorías que faciliten la compresión e interpretación del fenómeno social, para arrojar propuestas constructivas a lo que se está estudiando.

 

Obviamente en las relaciones sociales entran más elementos que el estrictamente científico en cuanto a lo que se considera en algunos sectores como ciencia. Es tal la radicalidad de ese punto de vista cientificista, que descarta la posibilidad de dar la categoría de ciencia a las ciencias sociales por ejemplo, pero a lo que voy es que cuando hablamos de la convivencia diaria, de los planteamientos que cada uno hace de su vida y las propuestas que ofrece a los demás, al presentarlas como una posibilidad a seguir, los rigores de la ciencia “pura” no pueden ser aplicados.

 

Y esa imposibilidad es porque su campo de acción es otro, por lo cual es errónea su aplicación a temas como los que comenta Emeve e Isabel Sala en sus escritos. Aún así, estos testimonios, puntos de vista o matices a un objeto que se analiza, tiene la categorización de objetividad en tanto y cuanto constituyen una realidad en las vidas de cada uno, así como la de otros que han acudido acá a compartir sus experiencias.

 

Es por ello que me gustó el escrito de Emeve y más aún, cuando señala que para alcanzar la objetividad, se debe leer a profundidad el texto que se va a comentar, analizar o criticar, pero si se lee en diagonal, tal tarea resulta un verdadero desastre porque entonces entra en juego la subjetividad, de lo que supuestamente se quiere huir. 

 

El ejemplo que surgió a raíz de este interesante debate merece más profundidad y no un comentario que, con todo respeto, me parece desafortunado, fuera de lugar y carente de cualquier lógica posible. Me refiero al de la tragedia, el atentado terrorista de las Torres Gemelas.

 

Pero volviendo a la ciencia o mejor dicho, las ciencias “exactas” o “puras”, su ámbito es el estrictamente señalado para cada una de ellas, tanto su objeto de estudio como la metodología a aplicar, están en concordancia con el fenómeno a estudiar, por lo que aplicarlos a otros espacios, desautoriza los resultados, no porque esté prohibido el hacerlo así, sino porque no corresponde a lo que en su estricto sentido, le corresponde como campo de estudio.

 

Obviamente que los descubrimientos científicos de las ciencias “exactas” influyen en la sociedad, prueba de ello es la Teoría de la Relatividad de Einstein, que dio paso, al aplicarse sus principios a la sociedad en general, al relativismo que imperó gran parte del siglo XX y que aún podemos apreciar sus consecuencias.

 

Debemos tener presente lo que nos reúne en esta página y es una experiencia de vida en un lugar determinado, que se caracterizó por un esencialismo que llegó, en muchos casos, a quebrar voluntades, a volatizar nervios y un sinfín de consecuencias que podemos apreciar en múltiples testimonios publicados acá. Caer nuevamente en esencialismos, lejos de ser una ayuda para el discernimiento, es colocarnos una camisa de fuerza nueva.

 

Emeve nos presenta un testimonio de vida, rico en matices, llenos de la identidad propia de su cultura, de su sociedad, de su entorno. Ahí es donde radica la riqueza de sus comentarios y desde mi punto de vista, es desde esa perspectiva que deben ser leídos. No son tratados fundamentados en erudición –aunque lo tiene-, sino la expresión de la vida misma, de su vida.

 

Abrazos

 

Ángel V.







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