La institución es mala, las personas no.- Agustina
Fecha Tuesday, 03 March 2009
Tema 070. Costumbres y Praxis


Excombatiente,

 

Nunca he dicho que las personas de la obra sean malas. Yo también he pertenecido al opusdei y no me consideré entonces ni considero a quienes siguen, una mala persona. Lo que sí he dicho es que el opusdei, la institución, está viciado desde la raíz (parafraseando a Flavia: “viciado desde la base”) y que el mal “espíritu” de la obra engendra modos de actuar que también son malos.

 

Paradójicamente, en la obra se dice tener “buen espíritu” es ser lo más fiel posible a “lo que siempre se ha dicho, lo que siempre se ha hecho” que conlleva “la santa pillería”, “la santa desvergüenza”, la “santa coacción”, la “santa intransigencia” y no sé cuántos “santos” pecados. Ni la pillería ni la desvergüenza, ni la coacción ni la intransigencia están recogidas como virtudes en el Evangelio ni en la doctrina de la Iglesia. Tampoco la mentira, ni la coacción, ni la indiscreción en la dirección espiritual. Y todas estas malas “virtudes” que son aceptadas y practicadas en la obra como buenas y santas, se inculcan en ese “aire de familia” de la institución.

 

Las personas que hemos estado y están dentro, las hemos practicado. Y no por maldad, sino por “fidelidad al espíritu recibido por nuestro santo fundador”. Ni son ni éramos conscientes de la maldad que conllevan, las practican y las practicábamos porque eso era “voluntad de Dios”.

 

Lo que sucede es que cuando se despierta una mínima capacidad de pensar, sopesar y pararse, surgen las grandes preguntas: ¿Pero qué estoy haciendo? ¿Qué estoy viviendo? ¿En dónde estoy metida? ¿Dios qué tiene que ver con el mal y el daño que estoy produciendo?

 

Las personas de la obra no son malas, sólo viven y vivíamos lo que enseñan.

 

Llega un momento para muchos, muchísimos, que “ven” que lo que hacen y lo que viven, no puede ser de Dios. Y si lo ven y siguen dentro, cada uno carga con su propia conciencia. Desgraciadamente bastantes de los que están dentro (debido al machaque de los medios de de-formación) piensan que al final de su vida los juzgará el consejo local de turno, la Asesoría o la Comisión o el prelado o el santo fundador. Y eso sí que es paralizante y degradante en su naturaleza esencial de hijos de Dios, porque ninguna institución está por encima ni del Papa, ni de la Iglesia, ni de Dios ni de la conciencia.

 

Un saludo,

Agustina L. de los Mozos.









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