Datos para la dirección espiritual de la mujer.- Ruta
Fecha Friday, 27 February 2009
Tema 900. Sin clasificar


 

Datos para la dirección espiritual de la mujer

por césar vaca, O. S. A.

Vicepresidente de la Comisión asesora

Nacional de Pastoral.

Para construir una buena ciencia de dirección espiritual, es pre­ciso partir de una antropología. Lo exige la relación entre la gracia y la naturaleza. Cuando así no se hace, o bien se construye sobre bases falsas, abocando por necesidad a errores, o las normas ascé­ticas apriorísticas obligan a deformar la naturaleza, deshumanizando o incluso inhumanizando la ciencia del espíritu...



Atendiendo ahora al tema de lo femenino, es preciso confesar dos cosas: que una antropología de la mujer no está suficientemente hecha; y que es preciso incorporar a la pastoral lo ya investigado. No se ha llegado aún a establecer en forma satisfactoria el con­cepto de lo femenino, en su estado químicamente puro, pero ello no es obstáculo para intentar reunir los datos conocidos, a fin de armonizarlos construyendo un retrato de lo que es —o tal vez lo que debiera ser— la mujer. Existen rasgos que, por consentimiento común, a lo largo de la historia, son típicamente femeninos. El pri­mer esfuerzo ha de consistir en ordenarlos según su importancia y valor. Los hay más importantes y otros secundarios, ¿cuáles son los primeros y cuáles los segundos? ¿Qué rasgos o características, pueden ser puestos como nudos centrales de la personalidad femenina, sobre los que han de descansar los otros?

«Algunos autores, escribe Viola Klein, han tratado de destacar un rasgo fundamental como clave general para explicar el carácter fe­menino. G. Heymans, por ejemplo, considera que ese elemento básico es el emocionalismo; Gina Lombroso lo explica como alterocentrismo; para W. Lippmann se trata de la vulnerabilidad; y, según el punto de vista de S. Freud, la esencia de lo femenino es una "preferencia por los fines pasivos"»

 

Cada una de las cualidades apuntadas puede, sin duda, servir de punto de partida para el estudio y la ordenación de las caracterís­ticas de la personalidad femenina, porque todas son propias de la mujer y todas importantes en la estructuración de su siquismo. Con razón concluye Klein: «Los rasgos que comparativamente se repiten más a menudo que otros en las diversas teorías, aunque con diferen­tes calificaciones, son: pasividad, emocionalismo, ausencia de intereses abstractos, mayor intensidad en las relaciones personales, y una ternura instintiva hacia los niños». Es fácil ver, a primera vista, la vecindad y hasta coincidencia existentes entre algunas de dichas cualidades, que se determinan mutuamente: emotividad y vulnera­bilidad son dos nombres de la misma disposición síquica; pasividad y alteroemotividad son consecuencia una de otra. Estamos, por con­siguiente, ante un camino para comenzar el trabajo, y puesto que la emotividad tiene un lugar muy destacado y constituye una mani­festación síquica en cierto modo elemental, por ella empezaremos.

 

Se da por cierto que la mujer es más emotiva. Es evidente que, al decir más, incluimos una comparación con otro ser semejante al de la mujer, ser que no puede ser otro- que el varón. La comparación supone asimismo establecer el tipo varonil como norma, en relación con el cual se mide y define el femenino. Con razón este modo de pensar levanta las protestas de muchas mujeres, por entender con ello que a priori se las coloca en plano secundario, subordinado y de­pendiente; ellas son ya, desde el principio, «el Otro», el «Segundo Sexo». Despojemos, pues, a la comparación de todo sentido de infe­rioridad o incluso de secundariedad, dando a la afirmación el mismo tono que tendría decir que el varón es menos emotivo> que la mujer. Diremos, entonces, que, en la estructura de la personalidad feme­nina, entre los distintos elementos primordiales que la integran, existe un predominio de la emotividad, y, por consiguiente, que sus reac­ciones emotivas serán más frecuentes e intensas ejerciendo mayor influjo en su vida.

Para explanar un poco la anterior afirmación, hemos de detenernos en examinar dos cosas: la primera lo que es la misma emotividad; la segunda, su relación con los otros elementos fundamentales de la personalidad, de manera especial con el factor cognitivo.

 

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