Anécdota de 'El Pinarillo'.- Salomé
Fecha Monday, 19 April 2004
Tema 900. Sin clasificar


Yo quería solo recordar una anecdota que no tiene mayor importancia pero que en su momento nos hizo mucha gracia a unas cuantas numerarias que acabábamos de pitar. Nos llevaron a una convivencia a una casa que el opus tenía (hablo de hace 18 años) en El Escorial (Madrid) y se llamaba "El Pinarillo". No sé si ahora la seguirá teniendo esa casa. Era un chalet con jardín versallesco muy agradable en la sierra de Madrid y que había pertenecido a la poeta Concha Espina. No sé la relación que pudiera haber tenido la familia de Concha Espina con el Opus para ceder esa casa a la Obra. Concha Espina murió a los 90 y tantos años y a esa edad le hicieron un busto o escultura que depositaron en medio del jardín. Nadie nos avisó que esa estatua era de Concha Espina. A los 90 y tantos años ninguna mujer ni ningún hombre está como para que brille por su belleza y además a ella la debieron remodelar tal cual era, sin aditamentos, con lo cual os podéis imaginar que esa estatua no se distinguía por su atractivo sino por todo lo contrario.

El caso es que llegó la hora de rezar el rosario después de la tertulia y una numeraria con más años en la Obra, directora de la convivencia, que tenía muy buena voluntad pero que no sabía ni lo de Concha Espina ni quién era la mujer esculpida en medio del jardín, nos llevó a rezar el rosario en frente de la escultura. Ella pensaba que era una imagen de la Virgen y nosotras, pues obedecimos sin rechistar. Pero es que rezando el rosario delante de aquella imagen nos empezó a entrar a algunas las risa que se fue contagiando poco a poco entre el resto y llegó un momento en que aquello no era rezar el rosario ni rezar nada. ¿Cómo podía ser que "aquello" fuera la Virgen María?

Es una anécdota que recuerdo de un momento de risas de los pocos que tuve en el Opus Dei. A los 6 años después me fui, meses después de finalizar el centro de Estudios.

Ya sé que quizá no apetezca hacerlo pero creo que también valdría la pena recuperar esas anécdotas que, en medio de lo duro que cada uno lo pasamos dentro, nos hicieron reir, con o sin corrección fraterna adjunta. Creo que sería distendido recopilar esas anécdotas, sin mayores connotaciones, porque también formaron parte de nuestra vida.

Saludos,

Salomé







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