Chica convencida.- Mineru
Fecha Wednesday, 18 February 2009
Tema 020. Irse de la Obra


Estimada Chica confundida:

Si me permites una pequeña broma, te diré que tu nick parece equivocado y te propondré el de “Chica convencida” porque es más acorde con la realidad de las cosas que planteas.

Parece evidente que tu conciencia te dicta que ser numeraria no es lo tuyo. Si así te lo dicta, debes seguirla, incluso aunque te equivoques, porque nadie debe actuar contra sus dictados ni recomendarlo así.

Si me sigues permitiendo una mayor confianza, aún te sugeriré que leas los puntos del Catecismo de la Iglesia Católica que se refieren a la conciencia. Te transcribo alguno...



1700.- La dignidad de la persona humana está enraizada en su creación a imagen y semejanza de Dios; se realiza en su vocación a la bienaventuranza divina. Corresponde al ser humano llegar libremente a esta realización. Por sus actos deliberados, la persona humana se conforma, o no se conforma, al bien prometido por Dios y atestiguado por la conciencia moral. Los seres humanos se edifican a sí mismos y crecen desde el interior: hacen de toda su vida sensible y espiritual un material de su crecimiento. Con la ayuda de la gracia crecen en la virtud, evitan el pecado y, si lo han cometido recurren como el hijo pródigo (cf. Lc 15, 11-31) a la misericordia de nuestro Padre del cielo. Así acceden a la perfección de la caridad.

Claro que la conciencia moral es la que atestigua el bien prometido por Dios y que los Directores del Opus Dei no pueden edificar al ser humano, ni hacer que éste crezca desde el exterior. Tampoco las normas del plan de vida –ni el ingreso o mera pertenencia a ninguna Institución- que no sean un acto deliberado pueden edificar a nadie. Decir otra cosa parece contrario a la Doctrina de la Iglesia.

Por si lo anterior fuera poco, continúa el Catecismo glosando la importancia de la conciencia, de su inviolabilidad y de su carácter insustituible.

1776.- En lo más profundo de su conciencia el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, llamándole siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal … El hombre tiene una ley inscrita por Dios en su corazón … La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está sólo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella (Gaudium es¡t Spes, 16).

 

1779.- Es preciso que cada uno preste mucha atención a sí mismo para oír y seguir la voz de su conciencia. Esta exigencia de interioridad es tanto más necesaria cuanto que la vida nos impulsa con frecuencia a prescindir de toda reflexión, examen o interiorización. Retorna a tu conciencia, interrógala … retornad, hermanos al interior, y en todo lo que hagáis mirad al testigo, Dios (S. Agustín, ep. Jo. 8, 9).

 

1780.- La dignidad de la persona humana implica y exige la rectitud de la conciencia moral. La conciencia moral comprende la percepción de los principios de la moralidad (“sindéresis”), su aplicación a las circunstancias concretas mediante un discernimiento práctico de las razones y de los bienes, y en definitiva el juicio formado sobre los actos concretos que se van a realizar o se han realizado. La verdad sobre el bien moral, declarada en la ley de la razón, es reconocida práctica y concretamente por el dictamen prudente de la conciencia. Se llama prudente al hombre que elige conforme a este dictamen o juicio.

Huelga decir que cuando el Catecismo se refiere al hombre, quiere decir persona humana, sin distinción por razón del sexo.

Como hay confianza, déjame que te repita que si la voz de tu conciencia te dicta que ser numeraria no es lo tuyo, debes ser prudente y seguir libremente sus dictados, a pesar de que la vida fuera del Opus Dei tampoco te garantice que tengas éxito total o inmediato en la consecución del Amor humano, del trabajo o del éxito profesional que buscas, como tampoco lo garantiza la vida dentro.

Y, con mucha paz y cariño, puedes dejar de renovar los compromisos el próximo 19 de marzo de 2009, quedando automáticamente desvinculada de la Prelatura, sin que sean necesarios más requisitos ni formalidades.

Es decir, simplemente con que digas que no has renovado (y ello sea verdad), estas material y formalmente fuera, sin más tramites ni documentos.

Recibe un cariñoso saludo de quien, habiendo salido de la Prelatura, aún sin haber conseguido el éxito total en el amor humano, ni tampoco el éxito profesional, puede decir de sí mismo que es plenamente feliz cuando sigue los dictados de su conciencia que le acercan más a Cristo.

Mineru







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