Según viene sucediendo, cada vez con mayor intensidad, la Carta que nos ha dirigido nuestro Prelado no aporta gran cosa, limitándose a ajustarse a lo que toca cada vez. En este caso, se centra en el tema que corresponde a lo previsto para los retiros del mes de Febrero: el alma sacerdotal.

            Sí me ha chocado que, al referirse al aniversario de los sacerdotes y las mujeres de la Obra, afirme lo siguiente: «La profunda compenetración teológica, espiritual y apostólica de seglares y sacerdotes, característica del Opus Dei desde sus comienzos, recibió su configuración jurídica adecuada al ser erigido por el Romano Pontífice Juan Pablo II en prelatura personal». Pues en pocos temas dio tantos bandazos nuestro fundador como en la presentación ante la Iglesia de la institución que iba organizando: que si era una mera asociación de seglares con su consiliario, que si luego era una sociedad de sacerdotes que tenía anexionada un grupo de seglares, que si después era un instituto secular de laicos con una asociación aneja de sacerdotes.

Además, eso de que la actual sea la configuración jurídica más adecuada para la Obra, no se lo cree ni él. Pues será adecuada para que nuestros directores y directoras disfruten de una autonomía total respecto de la jerarquía de la Iglesia, pero no para dar cobertura institucional a un movimiento de laicos que, con la asistencia sacerdotal de algunos presbíteros, anuncia que el trabajo profesional puede ser un camino de santificación. La Iglesia debería remediar esa discordancia.

Por otra parte, me ha llamado la atención que nos diga que «recemos para que el iter de su Causa de canonización camine expeditamente». Pues eso significa que el camino ha empezado a no estar tan expedito como deseaban. Cosa que me alegra, ya que, sin juzgar la conciencia de nuestro anterior Prelado, a mí me escandalizaría muchísimo que la Iglesia, después del fraude de haber permitido en la causa de Escrivá que la engañaran hasta el extremo de canonizar un mito que nunca existió, se volviera a dejar colar otro gol con la causa de mons. del Portillo. Pues, ¿quién sino del Portillo permitió el engaño sistemático a la Santa Sede y a los fieles de la Obra, al ocultarles los verdaderos reglamentos por los que nos regimos? ¿Quién permitió los fraudes históricos que se han realizado con la vida de Escrivá? Etc.

Finalmente, me resulta ilustrativa la escueta referencia que hace a la audiencia que ha tenido con el Papa el ¡sábado! (¿cuándo se producen audiencias normales ese día de la semana?) 31 de enero, después de que éste recibiera unos minutos antes a los Prefectos de las Congregaciones para la Doctrina de la Fe y los Obispos. Y más todavía, la foto que han colgado en la Web oficial de la Prelatura, en la que se nota la cara de circunstancias del Papa, así como la expresión súper forzada de nuestro Prelado y su postura insólita de arrimarse forzadamente a Benedicto XVI.