Agradecimiento a Gervasio y un chiste de Chumy Chumez.- Josef Knecht
Fecha Friday, 06 February 2009
Tema 130. Agradecimientos, felicitaciones


Agradezco a Gervasio su atinado artículo El Opus Dei como prelatura (4.02.2009), en el que expone con fundamento histórico, profundidad teológica y admirable sentido del humor una serie de ideas que él y yo compartimos. Debo reconocer que mi estilo literario no es vital ni fenomenológico como el suyo, sino más denso y pesado. Por todo ello, lo felicito cordialmente.

 

Leí su artículo el jueves 5 de febrero. Comencé ese día recibiendo por la mañana dos malas noticias, que me dejaron entristecido para el resto de la jornada. A media tarde entré en la página Opuslibros y me encontré con ese artículo que entonces leí a medias en el ordenador. Lo imprimí en papel y me llevé esos folios para leerlos sentado en el autobús urbano. Mientras lo leía, no pude reprimir risas y carcajadas que llamaron la atención a los pasajeros cercanos a mí. Aquí tengo otro motivo más de agradecimiento a Gervasio, pues terminé bien un día que había comenzado mal.

 

Los comentarios de Gervasio sobre la distinción entre la así llamada espiritualidad secular y las espiritualidades religiosas me han recordado un chiste del humorista Chumy Chúmez (pseudónimo de José María González Castrillo: 1927-2003). Se trata de una breve conversación entre un monje y un señor anciano (este último, seglar o laico, bastante decrépito, por cierto):

 

MONJE: Yo he hecho votos de obediencia, pobreza y castidad.

 

SEÑOR ANCIANO: Pues yo más todavía: he hecho votos de tercera edad.

 

Con estas dos pinceladas, Chumy Chúmez, cuyo sarcástico humor tenía más calado filosófico –y a veces teológico– de lo que a primera vista pudiera parecer, traza muy bien la distinción entre las espiritualidades religiosas y la así llamada espiritualidad secular, que, como bien señaló Gervasio en su artículo, no existe en realidad.

 

La espiritualidad secular es sencillamente la vida misma, eso sí, vivida bajo el impulso del Espíritu Santo. Ejemplos históricos recientes podrían ser, entre otros, la vida del arquitecto catalán Antoni Gaudí (1852-1926) y la del estudiante piamontés Pier Giorgio Frassati (1901-1925), beatificado por Juan Pablo II en 1990. En cambio, las espiritualidades religiosas no se limitan a la vida misma, ya que, impulsadas también por el Espíritu Santo, se someten a una normativa concreta –en el caso del Opus Dei, concretísima– prescrita en una regla o en unos estatutos. En muchos casos, las espiritualidades religiosas exigen la profesión de los votos de pobreza, obediencia y castidad; en otros casos no se exige la profesión de esos tres votos, pero sí una consagración por la que el religioso o el laico consagrado abraza los compromisos de su espiritualidad concreta. En el Opus Dei como prelatura no se exige a sus miembros laicos o clérigos la profesión de los tres votos antes mencionados, pero sí la consagración, la cual se adquiere mediante las tres ceremonias de incorporación (admisión, oblación y fidelidad) tal y como regulan los actuales estatutos de la Obra. Y repito una vez más la misma pregunta: ¿por qué el Opus Dei oculta esta información en su versión oficial presentando a sus miembros como si no fueran personas consagradas, cuando en realidad sí lo son?

 

Gracias, Gervasio, por haberme avivado el sentido del humor.

 

Josef Knecht









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