La oveja negra tenía criterio porque había bebido directamente de la fuente del Pastor Grande, quien fue el que hizo este redil y cobijó a muchas ovejas más. La oveja en cuestión sabía y conocía muy bien las directrices que el Pastor Grande había dado a sus sucesores y al resto de ovejas.
Por eso, cuando llegada a la edad madura, la oveja decidió dar cauce a su mirar con ojos críticos el entorno, el redil en el que había crecido y desarrollado su vida, se dio cuenta de muchas cosas. Incapaz de murmurar, lo aprendió directamente del Pastor Grande, no hallaba como dar salida a sus cuestionamientos, había aprendido…. ¡tanto había aprendido!... estaba encasillada! Al igual que otras ovejas. Su vida había sido cumplir y cumplir, siempre por amor, una serie de normas, de reglas, y no había caído en la cuenta de que hay una vida muy distinta a la que ella vivía!, ella sabía en lo más profundo de su ser que las cosas en el redil no marchaban de acuerdo a lo que el Pastor Grande había enseñado. Se dio cuenta que su libertad no había sido respetada por los pastores locales y decidió ser muy clara. Sacó una fortaleza, que no había dado a conocer hasta el momento. Decidió ser ella misma.
Habló con claridad, para espanto de los pastores locales, habló, habló y habló sin parar.. La escucharon, nadie dijo nada, nadie la contradijo porque había dicho las verdades. Después de hablar, se entregó de lleno a su trabajo, a lo que debía hacer, como siempre, pero sintiéndose libre, con toda la libertad de espíritu de la que era capaz. Sintió que la respetaban, se llenó de tranquilidad y su amor se redobló, creció, maduró.
Calandria
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