Para EBE,

yo fui educada para creer, entre muchas otras cosas, :)) en la santidad de la Iglesia, de la Santa Madre Iglesia. Es parte de mi herencia, creo: mis padres y, después, la mayoría de mis profesores están, por grande suerte, entre las personas a las que más admiro y siempre consideré como grandes y amables ejemplos, a muchos niveles distintos. Lo siento, ya sé que no suena tal vez muy divertido: y es verdad, no es nada divertido, y además probablemente solo es interesante para mí.

Tu dices que la única razón razonable (para, finalmente, confiar en el opus antes que en nosotros mismos) es que creíamos firmemente que el fundador había recibido una revelación personal de Dios, algo que supera toda lógica humana y que permite pasar por alto todo tipo de objeciones. Sí, pero por detrás de eso, en el caso de muchos de nosotros, lo que pasó fue antes que, en razón de la educación en la fe de que hemos beneficiado desde que nacimos, hemos acreditado con entera seriedad y legitimidad en la santidad de la Iglesia, que es Madre y sustentaba entonces, como sustenta hoy, el Opus Dei. Sin el aval de la Iglesia, el problema terrible de la naturaleza mutante y perversa de que hablas se solucionaría por si solo: porque quedaría al descubierto, inmediatamente, que la creatura inclasificable va magníficamente desnuda, y que es, a fin de cuentas y para grande espanto del público (ahora interesadísimo con el strip) una sofisticada central internacional de negocios, como tantas. Quem tem uma Mãe tem tudo/ Quem não tem Mãe não tem nada. Nadinha.

Un abrazo,