Religiosos o laicos; Institución u otra cosa.- E.B.E.
Fecha Wednesday, 14 January 2009
Tema 090. Espiritualidad y ascética


Creo que el Opus Dei es más una creatura que una institución. Una institución es predecible, tiene reglamentos y procedimientos claros. El Opus Dei es una creatura a imagen de la persona de Escrivá y es tan impredecible como lo era Escrivá: podía exaltar a alguien o humillarlo hasta el extremo. El Opus Dei cambia sus contenidos según la interpretación del momento y las necesidades corporativas. Cambia sus principios según el interés de los directores. Ayer el vinculo era contractual, hoy ya no es contractual (Cfr. Australopitecus). Y sin embargo, ¿sigue siendo la misma prelatura?

El Opus Dei es una corporación, es un cuerpo, cuyo comportamiento es evasivo, impide que se lo conozca bien. Muta ante el peligro o la necesidad de obtener alimento. No le interesa convertirse en una institución, porque ahí perdería la libertad para comportarse caprichosamente. Lo institucional es una máscara, así como la prelatura (fenómeno jurídico) es algo accidental respecto de la Obra (fenómeno místico), que es el alma.

El problema del Opus Dei no es que sea una institución sin sentimientos sino que no es una institución. La figura de la prelatura es una pantalla de humo para poder seguir funcionando de manera caprichosa puertas adentro. Es una creatura antojadiza que cambia al ritmo de Escrivá (al principio) y luego de sus herederos.

Es la manera de reírse de todos en la cara: presenta unos reglamentos pero luego hace lo que quiere.

Si hay algo que no es el Opus Dei, es ser una institución. Sólo su simulacro.

***

Leyendo a Gervasio y su divertido -aunque profundo- escrito sobre la melosa cuestión del terrón de azúcar en el armario, se me presentó la siguiente cuestión ¿por qué el fundador decía e insistía en que no éramos religiosos para terminar siéndolos? ¿Cómo se dio la confusión, si es que se puede usar el término? ¿Estaba confundido Escrivá o sabía lo que hacía?

En la historia de la Iglesia se ha dado lo contrario: siendo religiosos apuntar hacia el lado de los laicos. Y la razón en muchos casos era clara: relajamiento.

Pero en el caso del Opus Dei, el fenómeno se daba en sentido contrario, con un resultado opuesto: constreñimiento. ¿Para qué? ¿Dónde estaba la diversión o el beneficio en el asunto?

Escrivá tenía un proyecto, quería crear su propia organización que influyera en la sociedad laical y para ello veía la disciplina de la regla como el mejor modo de poner orden en su institución.

Pero para tener una respuesta favorable y masiva a su llamado, debía abrir la mano, tener la manga ancha. Entonces, para convocar hablaba de laicos pero para gobernar imponía la regla conventual. Había que pensarse como laicos pero actuar disciplinadamente como religiosos. Es lo que se llama disociación, esquizofrenia.

En ningún de los dos caso la confusión entre lo laical y lo conventual es inocente. Ni el relajamiento ni la concentración de poder tienen algo que ver con la búsqueda de la santidad, usada como excusa.

¿Cómo fue posible, entonces, que esa disociación se extendiera en el tiempo en tantas personas que hemos estado en el Opus Dei durante muchos años? En el artículo de Gervasio queda clara la incongruencia entre una prelatura y «la Obra». ¿Por qué eso no lo vimos claro antes? Muchas razones pueden darse, pero una creo es la principal.

La única razón razonable es que creíamos firmemente que el fundador había recibido una revelación personal de Dios, algo que supera toda lógica humana y que permite pasar por alto todo tipo de objeciones. Hasta que empiezan a verse las grietas y que todo el edificio se desmorona.

Saludos,
E.B.E.









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