¿Saben algo al respecto?.- gomez
Fecha Monday, 22 December 2008
Tema 076. Agregados


Hola, Nacho Fernández e Israel.

Alguna vez oí (o creo haber oído o quizá imaginé) que en la mente del Fundador no estaba la posibilidad de que en América Latina surgieran vocaciones de numerarios, de tal manera que los que pitaran serían agregados o supernumerarios. Los numerarios serían exclusivamente europeos. ¿Ustedes saben algo al respecto?

Alguien de la aop [Apostolado de la Opinión Pública] podría sospechar que estoy diciendo esto con mala leche, pero no. Créanme que me parece lógico. Si hoy se mira a Colombia desde Europa, se ve un país de guerrilla, paramilitarismo, narcotráfico, corrupción, secuestro, siembra de minas antipersona y un largo etcétera de problemas que no le darían a nadie ánimo para venir a iniciar nada. Sin embargo, cuando se está aquí se ven grandes posibilidades de desarrollo en todos los campos. Por eso la presencia de capital europeo en general y español en particular es enorme en telecomunicaciones, energía, industria editorial, transporte, infraestructura, educación, etc.

Si retrocedemos con la imaginación a 1952, cuando llegó don Teodoro Ruiz, las cosas desde Europa se podrían ver así: un país rural, con población indígena y negra, dedicada fundamentalmente al trabajo agrícola (café) y minero (esmeraldas). Se podrían vislumbrar vocaciones de agregados, supernumerarios y, claro, numerarias auxiliares.

Estando ya aquí don Teodoro, habrá podido darse cuenta de que en medio del subdesarrollo y la pobreza característicos de este país, había una pequeña aristocracia europea, con apellidos franceses (Lacouture, Lecompte, Berbier),  italianos (Puccini, Banfi, Buraglia), holandeses (Lülle, Michelsen), ingleses (Anderson), escoceses (MacAllister) y una clase media en la que abundaban Rodríguez, Pinzón, Jiménez, Gómez, Pérez…, que se las arreglaban para enviar a sus hijos a estudiar a los Estados Unidos o a Europa, donde se preparaban para manejar los diversos renglones de la economía criolla. Ante ese nuevo panorama, se habrían podido replantear las intenciones originales, para llegar a la conclusión de que en Colombia también podían surgir vocaciones de numerarios.

Algo similar pudo haber pasado en los demás países de Latinoamérica.

Además, supongo que cuenta mucho la experiencia de otras instituciones de la Iglesia. Jesuitas, carmelitas, hermanas de la caridad, franciscanos, paulinos y cuanta familia religiosa haya venido de Europa ha encontrado aquí buena tierra y abundante cosecha. En estos años han venido pentecostales, evangélicos, mormones y otro tipo de cristianos de los Estados Unidos y han tenido también enorme acogida. El Opus Dei no tenía por qué ser la excepción, y enraizó bien en la clase alta, aunque la mayoría de los numerarios de los años 60 y 70 éramos de clase media.

El actual prelado colombiano y el actual Vicerrector Académico de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz salieron de mi mismo barrio y de mi misma Universidad, que no eran ni son hoy barrio ni universidad para ricos, ni para aristócratas. Ellos y yo llegaremos dentro de unos años a los sesenta de edad. A nosotros no nos tocó el Gimnasio de los Cerros ni la Universidad de la Sabana. Y si hubieran existido, no hubiéramos podido estudiar ni en él ni en ella, pues los bolsillos de nuestros padres no daban para tanto. Las siguientes y actuales generaciones de numerarios han surgido de una clase social más alta, al menos en lo que se refiere al aspecto económico, y se han formado en esas instituciones o en colegios y universidades de estrato social similar al de esas obras corporativas.

Eso me hace pensar que los numerarios han subido de estatus, y que muchos de los que fuimos numerarios en los sesenta y los setenta, habríamos tenido que ser agregados para los parámetros de hoy.

Gómez









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