Se publicó el lunes un documento  "interno" sobre la dirección espiritual.

Se dice en uno de los párrafos:

"En consecuencia, la Directora ha de tener un gran sentido de responsabilidad, conocer muy bien el «arte sobrenatural» de su cometido, que se apoya en su misma vida interior y a la vez en el conocimiento de la teología espiritual y de las almas en particular: de aquí, la necesidad de estudiar y meditar a fondo los documentos referentes al espíritu de la Obra, los guiones sobre el modo de llevar Confidencias; mejorar la transmisión de esos guiones; de leer tratados de Teología Espiritual."

He sido directora durante muchos años. Llevada por ese gran sentido de responsabilidad dije varias veces a alguna numeraria, numeraria auxiliar o supernumeraria: Dios no quiere tu infelicidad, la obra no es lo tuyo, sé feliz, vete.  Después, refiriendo ellas mi consejo al sacerdote o a otra directora, venía la corrección fraterna y la advertencia de que sobretodo, por encima de la felicidad personal, estaba la perseverancia en el opus dei.

Llevando, según me hábían enseñado, a las persona a la oración, llegaba a conclusiones que tampoco eran convenientes a esa perseverancia a ultranza. Personas con una lucha demasiado fuerte en temas de pureza a las que aconsejé irse y casarse. Por supuesto tenía que afrontar las dificultades de haber aconsejado de ese modo.

Mientras fui directora me pesaba, me pesaba mucho el hacer compatible esa responsabilidad, las mociones de Dios para con cada una y las indicaciones de las demás directoras.

Con respecto a mi propia fidelidad, nadie en el opus dei tuvo las agallas para decirme que me fuera: que Dios no podía querer una permanencia que me llevaba a un depresión que duró doce años.

Un abrazo para todos,
MMZ