CAMINO.- Casimiro
Fecha Monday, 10 November 2008
Tema 900. Sin clasificar


Artículos

CAMINO

 

10.11.08 -

IÑAKI EZKERRA

El Correo Digital

 

Uno se ha reconciliado con el cine español viendo 'Camino', la película de Javier Fesser. Basta que me dijeran un par de talibanes que ni se me ocurriera ir a verla y que debería estar prohibida para que me entraran unas irresistibles ganas de no perdérmela. Uno es que tiene el defecto de que le gusta opinar con sus propias opiniones, no con las ajenas, hacerse un juicio personal de las cosas, y nota que, después de tres décadas de democracia, hay por ahí unos meapilas muy creciditos que quieren ir de padres espirituales del personal para darnos un nuevo 'Index' de lecturas y pelis que no les gustan. A uno le gustó 'Camino', como digo, por el retrato tan exacto que hace del Opus Dei, de sus tics, de sus comportamientos, de sus fisonomías -de sus fisonomías sobre todo, que están más que conseguidas-, de sus pudorcillos y sus interesillos, sus secretismos y clasismos y peseterismos; de la humildad borde de sus oblatas, la santa impertinencia de sus numerarios y el amaneramiento déspota de sus curitas.

 

Podrán decir que hay exageraciones; que no todos los de ese colectivo son así; que las cosas no ocurrieron exactamente de esa forma en la que Fesser cuenta que ocurrieron. Pero son ellos y esto es lo importante. Son ellos y lo son de una manera inconfundible. El retrato está hecho. Los tipos y arquetipos están pillados. En el cine y en todo el arte en general el éxito de la crítica social reside en que el artista sepa presentar al objeto de la crítica como 'reconocible'. Tanto si se trata de pintar a integratas sectarios como a sociatas trepas, sólo en lo reconocible está lo irrebatible. El estomacante defecto del cine español de los últimos años ha sido precisamente que ni sus buenos ni sus malos eran verosímiles porque eran irreconocibles.

 

El defecto o -mejor dicho- los dos grandes defectos que tiene la película de Fesser residen en que, como progre que él es, 'peca' de lo mismo que critica. Hay un excesivo y tedioso recreamiento en el sufrimiento de la niña, una morbosidad en el dolor que es lo peor de la herencia católica, y también hay una estética 'new age' y postconciliar en el onirismo que nos presenta como alternativa al integrismo. Como el Amenábar de 'Mar adentro' no aceptaba la muerte en el fondo y nos la presentaba como un sueño idílico en el que el tretrapléjico rodaría eternamente por la yerba con Belén Rueda, en esta ocasión la muerte de Camino tiene también demasiada florecita. El problema de los progres de hoy es que son demasiado cristianos y no asumen la muerte, o sea la nada, como la asumía la izquierda clásica.









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