La película Camino o como afrontar el dolor.- Antón
Fecha Friday, 07 November 2008
Tema 900. Sin clasificar


La película 'Camino' o como afrontar el dolor

 

El Ideal – Granada-

Tribuna Abierta

06.11.08 - PABLO RUIZ LOZANO

 

LA película española 'Camino', recién estrenada en los cines de nuestro país, ha suscitado polémica por las referencias, supuestamente implícitas, a una historia real, y por el modo de tratamiento de una institución eclesial como el Opus Dei. Es muy probable que muchas personas creyentes abdiquen de ir a ver la película por esta polémica. Y seguro que otras muchas se sentirán atraídas, como suele ocurrir, por el mero hecho de la misma. Sin embargo, sería triste que estos árboles nos impidieran ver el bosque. 'Camino' me parece una película a tener en cuenta. Está bien hecha y plantea una cuestión que se suele evitar y soslayar en nuestra sociedad: el gran tema de 'Camino' es cómo afrontar el dolor y la muerte cuando llega a nuestras vidas...



Como muchos de ustedes lectores sabrán, la cinta narra la historia de una niña, criada en una familia creyente, a la que le diagnostican un cáncer. A partir de ese instante el director nos retrata, desde una aparente objetividad, cómo los diferentes personajes, miembros del entorno de la niña enferma, afrontan el sufrimiento. Una lectura simplista, puede quedarse en el enfrentamiento entre la visión escéptica y la creyente, posturas ambas con las que en ocasiones nos sentimos identificados.

 

La primera recuerda a muchas personas de nuestra sociedad que, compasivas con el que sufre, no aceptan el dolor y les resulta incomprensible, más aún si vivimos en un mundo en que la medicina y la sociedad tienen tantos medios y posibilidades para hacerles frente. Para estas personas la respuesta a ese sufrimiento es que si no se puede curar, al menos se pueda aliviar, como sea. No se plantea en la película, pero detrás de esta compasión podríamos descubrir muchas de las inquietudes que se suscitan hoy en día para escapar del dolor. A veces, incluso, promoviendo, desde una postura compasiva, acciones que pueden adelantar la muerte para aliviar el sufrimiento. Es evidente que nuestro estilo de vida, cada día menos predispuesto al esfuerzo, al sacrificio o a la renuncia, no soporta la frustración y, mucho menos, si viene acompañada de la enfermedad. En una sociedad así, el dolor no puede ser jamás bueno, y además no puede tener sentido.

 

La segunda visión, identificada en la película principalmente por la madre de la niña, se presenta como la respuesta del creyente que busca un sentido en el sufrimiento. No es que el dolor sea deseado, pero queda integrado en un designio: Dios. Representa una comprensión de la fe en la que parece que Dios está dispuesto a compartir con sus 'elegidos' el sufrimiento de su Hijo. La enfermedad se convierte entonces en un privilegio de algunos escogidos que pueden participar de la cruz como Cristo padeció. Para algunos espectadores esta imagen resulta chocante y los protagonistas que la representan resultan antipáticos en la medida que utilizan la religión en su propio beneficio.

 

Pero, ¿de qué religión está hablando esta segunda visión? ¿Es el Dios de Jesús un Dios que desee el sufrimiento? ¿No pasó Jesús la vida curando y aliviando al que sufre? El Dios de estos protagonistas de la película recuerda más al Dios sacrificial, del que el filósofo René Girard habla (El misterio de nuestro mundo. Claves para una interpretación antropológica) -y del que Jesús viene a liberarnos-, que al Dios del que nos hablan los evangelios. Incluso puede haber una pretendida omnipotencia, por parte de algunos protagonistas, al querer ser partícipe de la cruz de Jesús, como si su eficacia no hubiera sido suficiente.

 

Decíamos anteriormente, que una lectura simplista puede quedarse en estas dos visiones. Sin embargo, el guión nos sugiere una tercera lectura, ambigua por los términos en que la expresa, pero quizás la más auténtica. Camino, la niña protagonista, a veces vive su enfermedad desde una fe recibida y cuidada con insistencia por la madre, al tiempo que por la inocente ilusión de una adolescencia que acaba de despertar a la amistad y al amor.

 

La pregunta que se plantea al espectador es qué da a Camino esa fuerza admirable, qué le empuja a vivir la enfermedad de ese modo tan ejemplar. El director deja que nosotros, espectadores, decidamos. Pero él mismo no es neutral. Está proponiendo algo mucho más profundo: la fe y la adolescencia se encuentran y se funden de modo ejemplar. El director sugiere que Dios Padre no desea el sufrimiento y sufre con el dolor de sus hijos; eso se simboliza a través del personaje del padre de Camino. Como padre, no soporta el dolor de su hija, no lo entiende. Sin embargo está presente junto a la hija y esto es motivo de felicidad, gozo y, sobre todo, compasión para Camino. El otro símbolo que utiliza el director, es el amigo, Jesús, de quien Camino se ha enamorado platónicamente. Jesús, el amigo de la niña, se convierte en la fuerza que motiva su ilusión, su esperanza, su deseo de sentirse recordada y amada. La coincidencia de nombres induce a establecer una analogía entre el amigo de Camino y Jesús, el Hijo de Dios, en quien tanto creyente confía, se abandona y transforma en el referente de su vida.

 

Javier Fesser, el director de 'Camino', sugiere que realidad y fe no son dimensiones enfrentadas. Al contrario, los personajes del padre de Camino y del amigo remiten a la verdad más auténtica para el creyente: Dios no es ajeno al dolor de la gente, Dios no desea ese dolor. Este Dios es compasivo con el sufrimiento y cuando éste aparece nos acompaña, a través de los que nos aman en esta vida, descubrir esto es abrirse a la fe. Dios quiere que luchemos contra el dolor. Pero si este dolor nos llega, la esperanza es una puerta abierta por la muerte en cruz de Jesús.

 

'Camino' es una gran película, profunda, cuidada, sugerente, que no deja indiferente. Quizás algunos creyentes sintamos que ciertos juicios interesados y algunos errores en la presentación del Opus Dei, impidan ver la belleza del bosque que se presenta. No es creíble que un sacerdote pueda romper fácilmente el secreto de confesión. Tampoco, que los sacerdotes aparezcan únicamente como personajes interesados y manipuladores. Esta visión parcial del Opus Dei impedirá, por desgracia, que muchas personas se puedan sentir interpeladas ante un drama tan interesante, como real.







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