Reflexiones personales para cansados.- Coplasuelta
Fecha Wednesday, 05 November 2008
Tema 020. Irse de la Obra


Alguien dice que tiene poco tiempo para conectarse y poder comentar. La dulce Nieves. La cuestión del tiempo es una verdadera plaga, un enorme circo que muchos, los que hacen ruido, utilizan bien y que, los esclavizados, llevamos peor que mal.

Tiempo. Y nuestra querida Indira lo encuentra para su cálido, cercano y enérgico amor a sus hermanos, los únicos reales, como en la bienvenida a Dala.

Pues sí, el tiempo, sobre todo el perdido, habla de rencor y venganza. Lo que ha aplacar en parte Jacinto Choza. En parte por qué ha reconocido al Padre en su padre, en medio de la Comunión. Y de esto va la cuestión. Hay un velo extraño, un nubarrón, sobre la Humanidad para no reconocer la paternidad de Dios. Sobre todo por el reflejo paternalista, idiotizado por la profunda envidia de muchos a la masonería, sin duda, y por la organización de los partidos de masas. Cuanto más odias algo, en el fondo celebras la superioridad, el haberse salido con la suya de las personas o grupos odiados. ¡Pero cuanto de ello no es más que mito! Así va esa pobre periodista por los arrabales y alcantarillas de las televisiones, plumilla servil, dando el espectáculo dantesco del morbo, del cotilleo, de lo que mejor saber hacer: de solterona de clase media agriada y pesada...  



Pues de eso va, del tiempo. Tiempo perdido, de la aceptación de un mismo, de haber sido un@ ¿imbécil? Si. Mucho. Creer, esperar y no encontrar. Por qué fue tiempo de amores, de esperar el humano y el divino. Esperar y desesperar. ¿Cuánto tiempo se puede un@ pasar esperando? El mismo profundo y agradable sentido que tiene el Amor. A más Amor, más se espera. ¿Hasta cuándo? Hasta la depresión o la angustia. Si, pobrecito numerarete, muchos han aguantado más tiempo del que tu vas a aguantar, porque mucha gente ama por encima de sí mismo.

Pero uno se queda en un rincón, en una esquina de la sociedad, porque esperar sólo ha dejado pasar oportunidades. Tanto que ni siquiera se han visto pasar esas oportunidades. Numerarios que consiguen, dejando la opus, puestos y posiciones envidiables ¿desde cuándo trazaron el plan de irse poco a poco? ¿Cuánto vale un yate o un velero? ¿Cinco o diez años engañando a jóvenes de que todo va bien? ¿Cuánto valen las canas al aire mientras se convence a la tropa a casarse con la tropa de enfrente, tener hijos de cuatro en cuatro? Porque esas sí que son vocaciones entregadas y no esos clubs de solterones. A los hijos no se les puede dejar, existen, están ahí por siempre. Si la condena es vivir en un centro de medio pensionista, ¿qué será la vida de cientos de almas atadas a personas de carne y hueso a las que educar sin tener más armas que un montón de criterios de solteron@s y normas si piedad?

Por eso, ese tiempo perdido, puede que lleve trampa, que lleve parejas decisiones vitales, esto es, de por  vida y puede que uno crea no poder salir jamás. ¿No es eso lo que dictan las adiciones? ¿No es esa desesperanza de un pobre drogadicto? ¿Volver a empezar? Es imposible.

Tiempo. Tiempo perdido. Tiempo lleno de decisiones de vividores y gentuza. Tiempo robado que se vive como en un teatro, como en una representación de cartón piedra, la vida que no es vivida. Obligaciones delegadas de otros que no tienen ninguna, nada más que el juicio de la Historia.

Negra soy, pero hermosa, muchachas de Jerusalén,
como las tiendas de Quedar;
como las velas de Salmá.
No miréis que estoy morena:
es que me ha quemado el sol.
Los hijos de mi madre se enfadaron conmigo;
me pusieron a guardar las viñas
¡mi viña no supe guardar! 

Si lo reconoces, es parte del Cantar de los Cantares. Reconocer el alma negra, quemada por trabajos para otros, no hermanos, sólo hijos de la misma madre y, lo más importante, el no haber dedicado tiempo a la propia viña.

Y así contemplo la vida de muchos que no podemos negar como nos quedamos negros, quemados por el sol, por cuidar viñas ajenas. Pérdida de tiempo que afea, que el mirar al espejo señala nuestro rostro marcado y cansado.

Y llorar, lamentar, no haber podido cuidar la viña propia. Llorar porque, cansad@ y trabajad@, ¿quién puede volver a comenzar de cero? Ya nadie tiene en sus manos la cándida adolescencia ni la indolente juventud. Por nuestra condición y por nuestra dignidad, creados nobles, libres, deslumbrantes, bautizados, Hijos de Dios.

Pues ¿qué más me da si es secta o si ha sido fundado por el dedo de los Ángeles? Hasta el más pecador se levanta limpio como la nieve ¿qué no podrá ser mi vida si la he malgastado en tareas de otros, de hijos de mi madre que no son hermanos? Para Israel fue el exilio y ¿qué es sino lo que muchos narramos?

¿Qué significado tiene que tal tic sea homosexual o gay, o cómo demonios se diga sin ofender a susceptibles? ¿Qué tendrá que ver la Virgen María con la interpretación de un grupete de listos? ¿Por qué nombres y apellidos cuando tendrían que ser los hechos y las personas metáforas de lo cruel y lo farisaico? Agradezcamos a Agustina su sentido común y vayamos al grano: evitar a las lobos con piel de cordero.

No. Esto es místico. Un laico vive en medio de la guerra mundial entre masones y rojos, entre la podredumbre y la necedad. ¿Sí? ¿A eso hemos dejado de dedicarnos los daños colaterales? Gentuza habrá siempre y no hay mayor gloria que probar las pruebas de la Resurrección de nuestras heridas, pobre idiota sectario. ¿Cuáles son tus medallas? ¿El cumplimiento fiel de las normas? ¿Seguro? Serás el primero que las haga o llevas años tendido en la cama.

Si no se lo han negado al Hijo, si lo han condenado los buenos ¿qué nos pasará a nosotros, los que los ojos están limpios y las miradas puestas en que es verdad que amar es sufrir.

Sufrir no es el sello que nos hace ser elegidos. Es el Amor al que se detiene, persigue y mara. No lo busca pero ¡cómo se retuercen hasta poner pegas hasta a lo más limpio!. Esos amantes, de este mundo, ese que se ama “apasionadamente”, esto es, el poder y la gloria, es quien nos crucifica, nos eleva por encima de nuestro penar y nostalgia. Y ese vacío que nos deja saber que aquí, en ese mundo que esos aman, nada nos colma. Mucho menos la guerras de paranoicos, ingenieros de la nada, tecnócratas del código fácil y militares frustrados. Y buscamos la solución a ese vacío por algo que estos elementos nos han robado, que como secta han manipulado. No. Nada de eso. Morir por quien no es capaz de redimir sus pecados, pasa. Morir porque los supuestos elegidos te traicionan ¿no deja ese vacio trágico e inmenso? Nada nos han robado, nada nos han quitado: ha sido puro vil engaño. Aprovechar nuestra amistad con lo divino, nuestros deseos de la vida a Su lado, lo que ha sigo trastocado en ideología barata de una pandilla de descerebrados.

Buscar, de nuevo, al Amor de mi alma, el amor de todas mis fuerzas y de todo mi corazón, el real, que me llena las venas, las mías, ese amor escondido al que no hay que hablarle y que no nos deja secos.

¿Por qué? Porque el exilo, los años amargos del exilio han pasado, el invierno gélido, esa guerra fría, la consumación de la rebeldía más deleznable, ha pasado. ¿Más que San Bernardo? ¿Más que San Francisco? ¿Más grandes que Santa Teresa? ¿Más grandes que San Ignacio? Curiosa Historia de la Iglesia. El gozo y la alegría de los santos, se ha vuelto tortura totalitaria. Impresionantes caminos que se han abierto para caminar hacía la nada.

Viña arrasada por la infidelidad fue Israel. Viñas que se volvieron desierto. Sólo queda volver a la viña propia y recorrer los lagares. Pero nada ocurre en las burbujas. El Amado esta fuera cuidando sus ovejas. Nada nos impide preguntarle donde vive, ir a donde mora.

Como otros, no sólo llevo años siendo feliz sino que me estremezco con la presencia de Dios Padre. Ha cumplido con varias decadas de retraso las promesas aun cuando me rebele, me retorcí de rencor, porque me parecia imposible cunplir mis sueños.

Y, la Verdad, es que tras el invierno llega la primavera, el noviazgo, las bodas y los frutos. Del Amor sólo frutos de puede esperar. Y por ellos los conoceremos. No cuenta la edad, la condición, el tiempo que haga o la raza, la nación o el idioma. En medio de la cárcel o en el salón de casa. La Cruz verdadera, la de cada día: nosotros mismos. No hay otra. Lo demás, puro escondite.

Coplasuelta







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