Alejandro y sus compañeros: no creo ser un daño colateral. Supongo que no seré el único en contestar. Eso se cree la gente de la opus, sin duda. En medio de la guerra, lo importante es ganarla y, si en alguna escaramuza o batalla, mueren civiles, pues lastima.

El problema es definir claramente de qué guerra hablamos. Esto es, ¿no creéis que muchos de nosotros demos por bueno sufrir y tolerar cualquier mal con tal de que Dios se luzca? ¿No se os pasa por la cabeza que de la decepción de la que hablamos en este lugar es justamente eso?: No hay guerra, no se ganan las batallas, sólo hay daños colaterales...

¿No es nuestro silencio durante décadas, nuestros seudónimos, el ejemplo claro que el temor, el miedo, por un lado, por medio de amenazas y coacciones morales? ¿No se debe a que, como vosotros decís, hay que cambiar las cosas y nuestras ideas, sentimientos, percepciones, oraciones y peticiones, han sido desoídas? ¿No ha sido esa lucha en medio de las contradicciones la que marcó el comienzo de la tortura moral para obligarnos a callar o a irnos?

¿No hemos sido los más jóvenes manipulados hasta la médula hasta que, una vez fuera, la labor de años seguía en nuestra manera de ser, de comportarnos? ¿No hemos tenido que recorrer caminos que otros llevaban años transitando? ¿No hemos vuelto a empezar, en el mejor de los casos? ¿No recorremos el presente de tantas almas que no quieren saber nada de la Iglesia, del Señor?

¿Daños colaterales? Eso es mucho suponer. El sacrificio de unos pocos por la libertad y dignidad de todos, vale la pena, si se demuestra que no queda más remedio. Ahora, cuando se trata de almas, de personas, que no son millonarias, que no tienen la vida resuelta, ¿a qué vienen esos experimentos de secta?  ¿Tú,  Alejandro y compañeros, qué ganáis con estos daños colaterales? ¿Estáis haciendo las cosas mejor, diferentes o centradas en eso que llamas santidad en la vida ordinaria? ¿Para traer al mundo un franciscano, un dominico o una clarisa, se tienen que quedar por el camino 80 personas tocadas? ¿Sí para cada vocación conseguida el 98% pasa a estado vegetal, ¿qué conseguís?

Siempre creído que la opus es para los de ciencias, para ingenieros y militares. De entre estos los más sicópatas y anti sistema. La vida llena de normas parece un proyecto para construir un puente. O la libreta de un militar.

Pero no soy un daño colateral, aunque parezca que me pica la soberbia. Soy el producto deseado y querido por una gente a la que yo no he llamado, ni he querido. A la que desprecio con toda mi alma y, si no llega a ser por mi historia personal, olvidaría para siempre. Con gente parecida no gasto ni un minuto. ¿No estamos hartos de salva razas, salva patrias, zopencos de la clase media, obtusa del dinero y obsesa del poder para no trabajar? ¿No se ha cambiado todo lo que hacía laico al laico porque no hay quien aguante ser laico en esa organización? Venga, no somos daños colaterales. Somos de los pocos que hemos dicho basta y, como siempre, una minoría, la que ha lanzado esta web, ha pensado más en los demás que en sí misma.

Un minoría que no miente, no esconde, no nos llama “daños” sino personas. Por un momento he creído que tu aportación era un lametón opusino para cerrar las críticas internas, para calmar a los de dentro de que algo va a cambiar. Alejandro, y demás mártires, sois la excusa para aguantar un par de años más. Cuando había perdido la esperanza en que comprendiera alguien mi vida, apareció esta página. Un solo dato Alejandro: desde el primer día, desde las primeras generaciones, en distintos lugares, en diversas situaciones, a cualquier sexo o condición, para mantener un santo se necesitan, al menos, 80 mártires. ¿Para qué? “Para ser personas normales y corrientes que se santifican en la vida ordinaria” ¡Venga ya! Eso lo era mi abuela y no tuvo que soportar daños colaterales. Más Iglesia Católica y menos Prelaturas.

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