Opuslibros - OpusLibros e Internet.- Carocha

Queridos Orejas,

una cosa realmente divertida: recibí, hace unos días, un mail del brillante autor del reportaje sobre el Opus Dei, “Quem manda no Opus Dei em Portugal”.

Me pide expresamente que no publique ese mail en OpusLibros, declarando que se trata de un mail “personal”: cosa extraña! Ahora tengo asuntos personales con un tío al que no conozco. Pero claro que no lo publicaré, já que pede com tão bom modo, e incluso aprovecharé esta perfecta oportunidad, que tan amablemente se me presenta, para corregir una imprecisión de mi artículo, que él señala en su misiva personal. Escribí que él afirma que las casas de la Asesoría y de la Comisión se sitúan “na zona do Lumiar”, lo que es cierto, y aparece destacado en uno de los leads iniciales. Pero también dice, más adelante en el texto, y eso debería yo haberlo visto, que se sitúan “no Paço do Lumiar”. Mantengo, sin embargo, que son dos afirmaciones muy distintas, y que los títulos no se auto-generan.

Divertido es observar como todo se va de las manos de los hasta ahora protagonistas de las noticias y respectivos escribas, cómo las tiranías se mantienen sobre bases finalmente tan increíblemente frágiles, cómo se deshacen en el fino aire. La mera dificultad mecánica del proceso de informar, suprimida con internet, funcionaba como mecanismo central de manipulación. Ahora, con la supresión de los tiempos intermedios, entre que se dan los hechos y se producen las afirmaciones, y que la información llega a su destino, todo cambió radicalmente: it’s a jungle out there y nosotros, por una vez, somos los temibles leones RRRRRRRRau! :)) Ya no hay, sencillamente, posibilidad de "negociaciones laterales" eficaces. Y no es que esto vaya a cambiar: ya cambió, irreversiblemente, en silencio, casi sin darnos cuenta.

Es un banal problema generacional, que terminará cuando nos muramos - plof! - y cuando se muera esta generación de periodistas, que todavía sobrevive. Para las personas que tienen ahora veinte años, y que son los primeros en incorporar totalmente a internet en su proceso de formación intelectual y afectiva, estos problemas de virtuosas indignaciones corporativas e institucionales no tienen siquiera el menor sentido. Porque, aquí, quien se quedó donde no quería, con interlocutores escasos y probablemente indeseables, fue el redactor principal de una revista semanal de información de difusión nacional, no la querida y esforzadísima Carochinha, que pudo contestar eficazmente, como todos, con reglas de juego finalmente justas: de igual para igual: o ni eso. Cómo han cambiado las cosas en nuestro tiempo de vida! :))

Un enorme abrazo, en el vértigo delicioso del poder real :))))
Carocha