Sin ni siquiera un vaso de leche.- Carmela
Fecha Wednesday, 22 October 2008
Tema 010. Testimonios


Conmovida con el escrito de Jacinta Unzué de sus recuerdos como adscrita, ahora que soy madre me he prometido algo: jamás humillar a mis hijos por algo de comida.

 

Cuando viví en el Centro de Estudios de ciudad de México (Nayar), el primer año nos tocó una directora que nos hizo pasar muy malos momentos, el ambiente era muy estricto, éramos gente joven que nos sentíamos en un cuartel, francamente lo que esta pobre mujer inspiraba en nosotros era terror, seguramente esta directora también tenía sus problemillas, recuerdo haberla escuchado llorar a gritos mientras conversaba con una de la Asesoría, durante ese año abandonaron la obra varias de mi curso...  



Para suerte nuestra nos cambiaron la directora el segundo año y el ambiente cambió radicalmente, todo se volvió más agradable y llevadero, influía mucho la forma de ser encantadora de nuestra nueva y joven directora (la cual ahora está felizmente casada y a quién le deseo todo lo mejor del mundo). De mi generación de Centro de estudios se produjo un desbande impresionante, empezando por la directora, secretaria, secretaria de estudios, alumnas, de aquella generación tan prometedora quedan muy muy pocas, y me alegra, sé que la mayoría tiene ahora una vida plena.

 

Hay un episodio vivido con la primera directora que hasta el día de hoy me duele, siento que me humillaron totalmente y yo ni cuenta me di, lo permití y luego asumí que así se debía vivir en “casa”. Los horarios de comida se respetaban a raja tabla, por aquello de no atrasar a la “administración”, pero los horarios variaban dependiendo si era fin de semana, feriado o alguna otra fiesta especial. Un día me confundí y pensé que el desayuno era después de la Misa y oración, lo cual me daba unos minutos más para dormir (creo que ese fue mi gran pecado ese día); luego de la Misa al acercarme al comedor, estaba desayunando en solitario la susodicha directora, ya que tenía problemas de salud  y se levantaba más tarde, así la mayoría de las veces desayunaba tarde. Ella con la cara más agria que he visto que alguien me dirija me dio una tremenda reprimenda y me dejó claro que el horario del comedor era sagrado y me despachó a mis labores diarias, sin siquiera un vaso de leche mientras ella desayunaba cómodamente porque lo que sobraba en esa mesa era comida.  Así es cómo tuve que esperar hasta las 3 de la tarde para tener mi primera comida, éste y otros acontecimientos fueron el detonante para que me empezara una anorexia que gracias a Dios solo sufrí durante el centro de estudios. 

 

Es por eso que he decidido jamás tratar mal a mi familia por un poco de comida, sobre todo cuando tienen hambre, espero transmitirles a mis hijos que encima de las reglas está la CARIDAD, creo que eso es lo que hace una persona normal cuando lleva una vida normal y tiene amor en el corazón y varias veces ha padecido hambre habiendo mucho de comer en su "casa"

 

Carmela







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